La Corte Constitucional de Polonia acaba de emitir una decisión tan sorprendente como peligrosa. La sentencia señala que existen elementos de las leyes de la Unión Europea que contradicen a la Constitución de Polonia, y que en ese caso, debe prevalecer la normatividad nacional. Esta decisión está basada en una solicitud del Gobierno nacionalista del primer ministro Morawiecki, que a su vez nombró a los miembros de la Corte. En otras palabras, no se trata de una rama judicial independiente, sino de una Alta Corte sometida a los intereses del Ejecutivo.
El fallo es, de facto, una decisión para salir de la Unión Europea, un ‘Polexit’. Las razones por las cuáles el gobierno polaco no acudió a un referendo como en Gran Bretaña, obedece a dos aspectos principales. Por un lado, es poco probable que la mayoría vote a favor de esa salida. La población de ese país de Europa Central reconoce los beneficios de mejora de bienestar al hacer parte de la Unión. La segunda, es que el Gobierno se quiere esconder detrás de una decisión judicial para no perder los recursos sustanciales que le transfiere Bruselas.
De ahí provienen los retos de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en cuanto a las decisiones sobre esas transferencias. Si se mantienen los recursos para Polonia, sobre todo aquellos relacionados con el fondo de recuperación de la pandemia, la Unión estaría aceptando que países miembros pueden rechazar parcialmente la prevalencia de la soberanía judicial supranacional sin consecuencias.
Ahora bien, existen argumentos políticos que trata de usar el régimen nacionalista polaco para seguir obteniendo las multimillonarias ayudas desde Bruselas. El dictador Lukashenko de Bielorrusia deja pasar miles de inmigrantes desde su país a través de la frontera con Polonia al resto de Europa, para presionar sus intereses maquiavélicos. El gobierno polaco argumenta que solo podrá detener la inmigración masiva hacia Europa, si fortalece la frontera con controles que cuestan millones de Euros. Dos regímenes nacionalistas y anti-democráticos tratan de poner a Europa en jaque.
El actual gobierno de Polonia necesita los recursos que se transfieren en el marco del sistema europeo de ayudas cruzadas desde los países más ricos. A su vez, es un gobierno que ha venidos desmontando los elementos esenciales de un derecho de estado, con una postura xenofóbica y excluyente. Es por eso que no acepta las leyes prevalecientes de una Europa democrática.
Lo que está en juego en Polonia es de importante relevancia. Se trata del fundamento del multilateralismo. Precisamente, una unión entre países como en Europa se basa en someterse a unos acuerdos básicos sobre democracia, respeto a las minorías, libertad de opinión, y protección de la inversión extranjera, entre otras.
Polonia no puede seguir recibiendo los beneficios de ser parte de esta Unión, y al mismo tiempo, rechazar estos principios. No solo Polonia debe decidir, Europa debe ser contundente y eliminar los pagos a este país; será la única forma de defender los fundamentos de una Europa unida y del bienestar de los países que respetan las reglas básicas del hacer parte de un esquema regional.
RAFAEL HERZ
Analista Internacional
rsherz@hotmail.com