Lo único claro acerca de esta es que hacia adelante se vislumbran circunstancias de una complejidad y dificultad como las de las posguerras o la gran depresión. Sin embargo unos, habiendo apreciado como la pandemia ha puesto al desnudo los resultados de la destrucción de la capacidad del estado por la ola neoliberal, sueñan con un mundo en el que los horrores del normal previo serán superados.
Otros hablan del peligro del populismo cuando en realidad este viene ya haciendo estragos por todo el mundo como reacción marginamiento generado por la globalización (entre nosotros el de derecha con una larga y actual historia). Todo depende. O bien, la hegemonía de la desinstitucionalización y debilitamiento de la capacidad del estado, es reencauchada de su crisis (expresada en el bandazo antigloblización, inequidad, calentamiento global, costo de haber debilitado los sistemas de salud) por el neoliberalismo (al cual no se puede culpar de todo, mucho menos al mercado, muy buen sirviente aunque pésimo amo) y el populismo de derecha. O bien, se articula una alternativa a ellos, lo cual depende crucialmente de que los demócratas recuperen la presidencia en USA. La confrontación se resumirá a nivel de la discusión ideológica entre recuperación de esta capacidad y control democrático de los mercados vs más de lo mismo (en lo que coinciden neoliberalismo y populismo de derecha).
En sus raíces conceptuales en economía, esta confrontación entre neoliberalismo y socialdemocracia, es Keynes vs Hayek, o sea regular para guiar la economía de mercado para el bien común o dejar al mercado la solución de todos los problemas económicos y sociales (concentrando los beneficios de esta en una minoría privilegiada). Como es sabido la visión de Keynes de la necesidad de intervenir para mantener niveles de demanda que incentivaran la inversión y mantuvieran el pleno empleo fue hegemónica por tres décadas hasta que la conjunción de stagflation y Friedman regresaron a Hayek al podio con dos ideas credo de los economistas de oferta de derecha. Una compleja teoría del ciclo (una mezcla del tiempo como insumo de Bohm Bawerk, ahorro forzoso de Schumpeter, repuestas a desviaciones de la tasa de interés de su nivel natural y su efecto sobre la inversión a la Fisher y crisis de desproporcionalidad de Marx), que de todas maneras aterriza en el mantra dejar el ajuste a los precios (vía movimientos en los relativos, salarios y tasa de interés), descalificando todo intento de sacar las economías de las crisis por medios artificiales (keynesianos). Y su filosofía política que atribuye al mercado poderes omni/scientes/potentes/presentes como mecanismo de coordinación para la solución de todo problema social: interferir con este es el camino a la dictadura y la opresión (pobre Hayek no distinguía entre Keynes y Stalin como los ultra en USA y acá no distinguen entre socialdemocracia y sus entelequias del comunismo el castrochavismo). El punto es que los economistas de oferta de derecha regresarán a su hábitat natural en Hayek esforzándose por repotenciar la desgastada propuesta neoliberal de siempre y para todo más mercado y menos estado.
En realidad no hay razón alguna para esperar un mundo mejor: los sesgos de las estructuras de poder se verán profundizados siendo que la causalidad bidireccional pandemia-inequidad y los mencionados componentes de la crisis del neoliberalismo solo pueden revertirse con un cambio en ellas. Y esto es difícil sin una democratización de esas estructuras que incluya el control democrático de los mercados propulsado por la socialdemocracia en contra de su fetichización por el NL, y el populismo de derecha, y su destrucción por el populismo de izquierda. El normal antes tenía poco de satisfactorio: abundancia de enfermedades crónicas (ligadas a dietas malsanas y stress), severa desigualdad con pobreza extrema, realidades agudizadas por la pandemia, así como la catástrofe climática; y si alguna consecuencia para el largo plazo tendrá la pavorosa crisis económica que se prolongará varios trimestres va a ser acentuar la inequidad, debilitar la capacidad de gasto social (debido al endeudamiento); así como más crecimiento sin empleo (push de las corporaciones por recuperar su rentabilidad con una demanda deteriorada y unos costos fijos unitarios más altos) y más financialización, tendencias que no se podrán revertir sin un replanteamiento de la relación estado-sociedad/economía.
Lo grave es que el problema es mucho más de fondo. La pandemia ha puesto al descubierto que venimos manejando mal las relaciones sociales y las relaciones con la naturaleza habiendo entronizado la codicia como principio organizador de ellas. Inequidad, condiciones de vidas infrahumanas, volatilidad/concentración con la financialización: el 1% tiene el 50% mientras el 50% tiene el 1% no es un versito estadístico, es pauperización (en los casos extremos cayendo en la trampa de la pobreza) de ese 50% junto con enriquecimiento desorbitante del 1% que se beneficia de la finacializacion, de las burbujas financiera e inmobiliaria; en el contexto actual de una regresión en el desarrollo humano (salud/educación, nivel de vida; en Colombia dos décadas de avances contra la pobreza) por la pandemia. La explotación depredadora de los recursos naturales (el consumismo que la alimenta,) la catástrofe climática por la carbonización de la economía, y la agresión a los animales (industrial farming e invasión y destrucción de sus hábitat) incrementando el riesgo de contagio de ¾ de los virus existentes.
El nuevo normal incluirá aspectos positivos como la valoración y la atención a la ciencia y sus resultados; más conciencia de los requerimientos de la bioseguridad; y una mayor virtualización en la interacción económica y personal determinada por el distanciamiento y el trabajo por internet en los hogares. Por otra parte la producción será más capital y menos trabajo intensivo; la globalización (flujos de inversión y comercio) se erosionará; salarios comprimidos con menos empleo y más inseguridad laboral. Y a nivel de las relaciones internacionales si logran sacar a Trump de la presidencia del mundo que se retome la cooperación global contra problemas globales.
Todo depende de que tanto margen puedan ganar fuerzas progresistas que en las instancias de la política logren contrarrestar las mencionadas tendencias articulando una alternativa al neoliberalismo: control democrático de los mercados y regulación para la inclusión socialdemócrata. La crisis ha mostrado la superioridad de sistemas económicos (y funcionamientos sociales) más cooperativos sobre los competitivos marketizantes, la de los manejos de la crisis en el Norte de EA y en el de Europa, sobre USA y UK a consecuencia de sus instituciones cooperativas más fuertes no tan debilitadas por la marketizacion/privatización.
Desde el punto de vista de gobernancia y regulación se viene un período que requiere capacidades muy potentes de diseño, implementación e imposición, imposibles de desarrollar sin una concepción nueva del Estado y su relación con la economía más allá de la neoliberal de fomentar la rentabilidad. La pandemia ha hecho patente la necesidad de recuperar su capacidad para atender adecuadamente las necesidades en salud, y más generalmente en gasto social. Como también en materia de desarrollo productivo de un cambio de paradigma de la neutralidad a una adecuada consideración de la rentabilidad social relativa de los sectores, con criterios como el ambiental, externalidades tecnológicas, empleo y formalización del trabajo, totalmente ausentes en el privilegiado por esa neutralidad, el minero energético.
Ricardo Chica
Consultor Desarrollo Economico
Economic Development Consultant