El fútbol español vivió una semana penosa con las demostraciones de racismo contra el jugador brasileño Vinicius Junior del Real Madrid en Valencia. Varios aficionados lo insultaron desde las gradas con señalamientos inaceptables y con expresiones que comparan al jugador con simios y culminaron en escenas violentas en el campo de juego.
Valencia fue solo la última de estas expresiones imperdonables. Ya habían ocurrido en Mallorca, Valladolid y Barcelona entre otras. Y los mal llamados hinchas del rival de la capital española, Atlético Madrid, habían colgado un muñeco desde un puente señalando mensajes de odio contra el jugador brasileño.
Si bien varios jugadores y el equipo del Real Madrid donde juega la estrella del fútbol mundial lo arroparon con expresiones solidarias, fueron varias las voces que no parecen haber entendido lo grave de la situación. Algunos señalaron a Vinicius como “provocador”. Eso recuerda aquellas frases inadmisibles que defienden el acoso sexual por la forma como la mujer se viste o se comporta. No se puede aceptar que la víctima se convierta en victimario.
Y luego hubo expresiones de quienes no parecen haber aprendido. La competición española le perdonó una expulsión al jugador brasileño porque si bien había golpeado a un adversario, lo había hecho después de una agresión previa del jugador de Valencia. El entrenador del Barcelona solo pudo mencionar que no comprendía esa decisión de perdón. No ha entendido más bien que combatir el racismo es más importante que los intereses deportivos como entrenador de un equipo adversario. Y ante la decisión de cerrar unas gradas de donde vinieron los insultos, los directivos del Valencia solo mencionaron que les parecía excesivo. De nuevo, si no cierran filas todos en combatir el odio y la exclusión, el que pierde es el fútbol español y la sociedad de ese país.
Vinicius es un jugador diferente y alegra con su fútbol poco ortodoxo y combativo. Pero en este momento, más importante que su juego, es lo valiente con lo que está luchando de frente contra la federación española y contra la infamia en los estadios donde juega. El jugador del Real Madrid se ha convertido en símbolo franco y abierto de que no se puede permitir que las sociedades modernas usen el odio como si tuviera algún espacio en los campos de fútbol o en cualquier otro lugar.
Se están olvidando los racistas que las sociedades exitosas se han construido con inmigrantes, con la multiplicidad cultural, con la aceptación de lo diferente. Por otro lado, países que han optado por figuras como el antisemitismo, la xenofobia, el nacionalismo y la exclusión, han sido símbolos del fracaso.
No es aceptable que el racismo se vuelva una forma de expresarse en lo que debe ser un juego con pasiones alrededor de lo futbolístico, pero siempre respetando al ser humano, ante todo. La sociedad española como tantas otras requiere repensarse y unirse contra toda expresión de odio y maltrato a los que son diferentes. No es suficiente no ser racista, se necesita ser abiertamente y de forma contundente anti racista.
RAFAEL HERZ
Analista internacional