A comienzos de septiembre pasado, el dibujante Guillermo León Barco, más conocido como Jota, publicó en el diario El Tiempo una caricatura en la que un reportero le preguntaba al ciclista Rigoberto Urán–que recién había ganado una etapa en la Vuelta a España–, cómo se encontraba para la “subida de la inflación”.
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El pedalista responde: –No parcero, ¡esa trepada se ve muy berraca! Rigo, osualter ego gráfico, tiene razón.El recrudecimiento desmedido de ese fenómeno económico, definido como el incremento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios existentes en el mercado durante un determinado periodo de tiempo es, literalmente, uno de los problemas más gordos que tiene hoy el país.
En agosto pasado, su variación anual alcanzó el 10,84%, la más alta desde abril de 1999, porcentaje que sorprendió hasta los más estudiosos del tema. Tan pronto se conoció la nueva cifra, el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, publicó un tuit que decía: “el dato de inflación para agosto (10,8%) superó las expectativas del mercado (10,3%). Algo no tan conocido y que amerita un mayor análisis es que la inflación de alimentos en Colombia (25,6%) es muy superior a la observada en países similares de la región (alrededor del 15%)”.
El aumento en los alimentos ha sido en efecto el principal causante de la subida de precios en la canasta de los colombianos. A él se suma el alza en artículos para el hogar, productos de limpieza, electrodomésticos, vehículos y accesorios, pero también el de las tarifas de servicios públicos, especialmente las de la energía eléctrica.La pregunta que los analistas se hacen para lo que resta del año es hasta cuándo durarán dichos incrementos.
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De acuerdo con Mauricio Santamaría, director de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), en ese lapso “puede haber una desaceleración de la curva de inflación, pero no hay seguridad total de que siga decreciendo. Hay señales de que puede ceder un poco: el crédito se está restringiendo, las tasas están subiendo y eso ayuda a reducir la demanda, con el consecuente aplanamiento de la espiral. No es que vaya a decrecer la inflación, sino que va a seguir creciendo a menor ritmo, para situarse a fin de año entre un 9,9 y 10,4%. Eso significaría que, en promedio, en los cuatro meses que quedan crecerá un 0,4% por mes, el cual sería un buen resultado. Si es más de esa cifra, ahí sí se complica el asunto”.
En igual sentido se pronuncia Julio César Romero, economista jefe de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, quien también se mostró impresionado con la cifra inflacionaria en el país. “Está en los niveles más altos del siglo y sorprendió al alza
a todo el sector, incluyéndonos a nosotros, por lo que estamos esperando a que cierre el 2022 en 11,3%”, señala.
El 2023 será por eso un año de retos, según lo advierte por su parte CamiloHerrera, director de la firma Raddar. “La inflación nos dejará en una dura encrucijada: el salario mínimo va a subir entre un 12% y 14% como mínimo y la inflación de fin de año estará cerca del 10%.
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Ambas cosas significan que bajar la cifra en el 2023 será muy difícil, porque el aumento de salarios aumentará los costos de las empresas y del comercio, y la tasa de fin de año hará que muchos precios suban en el 2023”, escribió en una columna del diario Portafolio.
Las perspectivas no son alentadoras. De acuerdo con los resultados de septiembre de la Encuesta Mensual de Expectativas de Analistas Económicos (EME) del Banco de la República, los analistas de mercado creen que la inflación en Colombia cerrará el 2022 en 11,22%, cifra mayor en 0,71% a la registrada en agosto pasado, cuando el resultado se ubicó en 10,2%.
De igual forma,los expertos piensan que en el 2023 el indicador llegará a un 6,47%, valor mayor al registrado en agosto pasado, cuando se ubicó en 5,70%. Por lo pronto, el Banco ha tomado cartas en el asunto dada su misión de mantener una tasa de inflación baja y estable y alcanzar el máximo nivel sostenible del producto y del empleo.
Con el objetivo de alcanzar esa meta, el Emisor fija la tasa de interés de referencia, también conocida como tasa de interés de política monetaria o de intervención, la cual ha venido repuntando durante los últimos meses hasta alcanzar un nivel que ya está entorno a los dos dígitos en el país.
A todas estas previsiones se une ahora la incertidumbre del efecto que tendrá en la inflación el aumento que hará el Gobierno en los precios de los combustibles para subsanar el déficit del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (Fpec).
Según el Dane, este segmento representa el 2,9% de los gastos en la canasta familiar de los colombianos, por lo que el alza que se prevé que tengan la gasolina y el diésel, como lo afirmó el presidente Gustavo Petro, significará un aumento de los presupuestos mensuales de los hogares y, por ende, un impacto en la inflación.
La firma Raddar calcula que por cada 10% que suba a gasolina, ese indicador subiría 0,5 puntos adicionales. Así que, con un incremento de 60% de la gasolina como el que se espera para cubrir el déficit del Fondo, la inflación total podría llegar a 14% anual.
Ello se debe a que el transporte de carga es el factor que más efecto indirecto tiene en los productos de la canasta familiar, porque esta actividad es la que hace posible que los alimentos lleguen a los centros de consumo y, ante un costo más alto del combustible,
los transportadores suben el valor del flete. Aumento que termina cargándose al costo que paga el consumidor.
La encrucijada para el Gobierno es que no cubrir el déficit del Fpec también genera inflación. En su cuenta en Twitter, el exministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, aseguró que haber garantizado una estabilización de precio de combustibles evitó una inflación de 5 puntos porcentuales adicionales y, con ello, afectará los más vulnerables y la recuperación de las micro, pequeñas y medianas empresas.
De ese tamaño es uno de los problemas más gordos que tiene por delante la economía nacional: la subida de la inflación que, como dice Rigo en la caricatura, es una trepada muy berraca.
PORTAFOLIO