En el occidente de Bogotá, una empresa de talla mundial, que se proclama ser más colombiana que el café o la misma mochila arhuaca, produce equipos con técnicas únicas de generación holográfica para la seguridad de la industria y la ciencia. En otras palabras, gracias a Combustión Ingenieros, ahora son más seguras las etiquetas que son colocadas al respaldo de ciertos productos para combatir la falsificación. Su desarrollo es reputado en países como China e Indonesia, y aplaudido por empresas de las grandes ligas de la industria a nivel mundial.
La mayoría de empresas nacionales dedicadas a este mercado importa y comercializa etiquetas holográficas de seguridad, no las fabrica por su alto costo de producción. Pero Combustión Ingenieros es un caso singular: es el resultado de un proyecto innovador que emprendió, hace 17 años, una familia de físicos, ingenieros, biólogos y administradores, que compartió el propósito de fabricar una máquina con un software única en Colombia, que les permitiera optimizar el proceso que venían haciendo de fabricación de etiquetas. “Necesitábamos desarrollar nuestra propia tecnología ¡Qué íbamos a tener US$ 2 millones para comprar un equipo del mercado, imposible! Con mi familia nos fuimos a vivir a casa de mis suegros, todo lo vendimos y nos endeudamos hasta el cuello”, con emoción en su voz, así lo recuerda Ana María Niño, gerente comercial de la compañía aquellos años.
Y lo consiguieron. Lo que jamás pasó por sus cabezas es que su Firefly, como así llamaron a su más reciente desarrollo, se convirtiera en una tecnología holográfica única en el mercado internacional y, menos, que pudieran incursionar como proveedores de productores mundiales de etiquetas de seguridad. Con solo dos años de estar Firefly en el mercado, dos empresas chinas y una de origen indonesio compraron tres máquinas y pagaron US$ 500.000 por cada una. Esta es la historia:
Terminaba el gobierno de Ernesto Samper Pizano. La apertura económica iniciada en el anterior gobierno, los embates del contrabando y el bombardeo de dinero proveniente del narcotráfico produjeron el cierre de 20.000 empresas. Fue en ese momento, en 1998, cuando Ricardo Amézquita Andrade le dijo a su familia que iba a cerrar Combustión Ingenieros, antes de la inminente quiebra. Para esa misma época, su hijo, Ricardo Amézquita Orozco, actual director del departamento de investigación y desarrollo de la compañía, tuvo la oportunidad de profundizar sus conocimientos sobre la holografía y sus técnicas, de la mano de estudiosos que llegaron a Colombia tras la caída de la Unión Soviética. Y así surgió esa nueva idea de negocio.
En 2014, el esfuerzo de esos 17 años de investigación fue reconocido por la International Hologram Manufacturers Association (IHMA), autoridad a nivel mundial en la materia. Combustión Ingenieros recibió dos premios en The Holography Conference, realizada en Estambul: ‘Mejor generación holográ- fica’ y ‘Lo mejor del año’ (La IHMA lo había declarado desierto durante tres años consecutivos). Y ganó mostrando holográficamente la belleza autóctona colombiana que llamaron ‘Niños étnicos colombianos’, que son ocho etiquetas con diversos niveles de seguridad codificados en diminutas expresiones culturales de esta tierra emprendedora. También participó con el proyecto Jaguar, que es una etiqueta con la cara del felino, construida a partir de otros animales endémicos, por ejemplo la nariz del jaguar es un oso de anteojos y sus orejas son dos armadillos.
Pero la historia de esta empresa no todo el tiempo ha estado adornada de mariposas amarillas macondianas. Siendo los únicos fabricantes de etiquetas holográficas de seguridad en el país y exportadores, con clientes como Laboratorio Smart o la Federación de Fútbol, “aquí prefieren comprar etiquetas importadas baratas pero producidas con equipos con tecnología comercial, y así tienen más posibilidades de ser falsificadas”, explica Niño.
A pesar de las adversidades, esta compañía es la muestra del poder innovador y la recursividad de los empresarios de este país, que frente a las dificultades han respondido con grandes ideas de negocio. Como dice Niño: “trabajamos para desarrollar tecnología que nadie ha creado, eso es Combustión Ingenieros”.
FIREFLY
Es una tecnología capaz, en un solo barrido, de grabar múltiples efectos ópticos proporcionando a una etiqueta tres niveles de seguridad que pueden reconocerse a simple vista, y otros que requieren de equipos especiales para ser descubiertos.
Su ‘software’ diseña artísticamente los adhesivos, que pueden contener un mosaico de figuras, colores o letras diminutas, características con las que se pueden identificar falsificaciones.
Diana Cantillo
Especial para Revista Portafolio