La puerta giratoria de empresarios hacia el desempeño de cargos públicos y el aterrizaje de exfuncionarios públicos en empresas privadas permite poner la política pública al servicio de intereses privados o trae a los negocios información privilegiada del gobierno. Pero es mas cuestionable que un funcionario salga del cargo en su país a ejercer funciones directivas en empresas privadas del extranjero, como lo hizo el canciller alemán Gerard Schröder: la invasión rusa a Ucrania ha puesto de presente su defensa a ultranza del gobierno agresor.
Tras su derrota electoral en 2005 se puso inmediatamente al servicio de Putin ejerciendo cargos ejecutivos en empresas rusas para facilitarles sus acuerdos energéticos con Alemania. Schröder cobra un millón de euros al año por sus cargos en las empresas rusas Nordstream y Rosneft, y aspiraba a ingresar como consejero en Gazprom.
Al despedir al actual canciller Olaf Scholz, quien lo visitó para tratar de disuadirlo de la invasión, Putin dijo que los alemanes deberían estar agradecidos con Schröder pues es un “experto independiente” y un “hombre decente”. Schröder a su vez llegó a afirmar que Putin es un “demócrata impecable”.
Tras el inicio de la invasión a Ucrania, Schröder viajó a Moscú, pensando que dada su cercanía con Putin podría convencerlo de terminar la invasión. Al no tener éxito regresó discretamente a su domicilio privado en Hannover y en reciente entrevista en The New York Times declaró que “Putin está interesado en terminar la guerra”.
Pese a las evidencias de que Alemania ha sido llevada a una inconveniente dependencia energética de Rusia, Schröder se ha negado a reconocer lo erróneo de esa política impulsada durante su gobierno y se ha limitado a decir que lamenta que “durante 30 años a todo el mundo le pareciera bien y ahora de repente todo el mundo cree que era equivocada”.
Sobre la invasión de Ucrania, Schröder cree que solamente “fue un error” y frente a la denuncias de crímenes de lesa humanidad de las tropas rusas en Ucrania se ha limitado a decir que es algo que “hay que investigar” pero que no cree que fuera decisión de Putin, sino de funcionarios subalternos. En suma, se niega a alejarse de Putin y a renunciar a sus cargos en empresas rusas, alegando que sería un error perder la confianza del único hombre que puede acabar con esta guerra. La copresidenta del partido, Saskia Esken, declaró que “Schröder actúa desde hace años como un hombre de negocios y deberíamos dejar de tratarlo como a un hombre de Estado, como a un excanciller. Él gana dinero trabajando para empresas rusas y su defensa de Putin frente a las acusaciones de crímenes de guerra es francamente absurda”.
El pedido del partido para que abandone sus vínculos con Rusia no ha obtenido respuesta, dirigentes del partido piden que se vaya y algunos dirigentes exigen que sea expulsado.
BEETHOVEN HERRERA VALENCIA
Profesor universidades: Nacional, Externado y Magdalena