Tras haber tenido cinco meses de un panorama despejado, con una aplanadora en el Congreso y una opinión pública adormecida, la administración Petro ha arrancado un nuevo capítulo en el que enfrenta sus primeros grandes desafíos políticos. Primero fue el sainete de un cese al fuego bilateral con el ELN, que ese grupo desmintió y que dejó al descubierto los grandes vacíos de la llamada Paz total. Después vinieron dos instancias en la que se puso de relieve la independencia de la rama judicial frente al ímpetu del gobierno: el rechazo de varios jueces a los pedidos de dejar en libertad a miembros de la llamada Primer Línea y la negativa del Fiscal a la solicitud de suspender las órdenes de captura a extraditables del Clan del Golfo.
Pero el mayor desafío político del Gobierno ha aparecido con la reforma a la salud, una iniciativa cuyo borrador ni siquiera se conoce y ya ha producido una desalineación de los astros de Petro. Por una parte, la coalición de gobierno ha empezado a mostrar resquicios. El presidente del Congreso, Roy Barreras, fue el primero en manifestar su desacuerdo con los ímpetus de tierra arrasada de la ministra Corcho, advirtiendo que el sistema actual no hay que borrarlo de un plumazo. A esas inquietudes se sumaron Dilian Francisca Toro, la cabeza del Partido de la U, pieza clave de la coalición de gobierno, y el jefe del partido liberal, el ex presidente, César Gaviria, en cuya administración se tramitaron las bases del sistema actual. Con tanta agitación ya hay muchos analistas haciendo cuentas del número de votos que requeriría el gobierno para pasar su iniciativa.
La opinión pública también se expresó esta semana. La encuesta que reveló esta semana Invamer muestra que 68 por ciento de los encuestados no están de acuerdo con una reforma total del sistema de salud, 63 por ciento no quieren que desaparezcan las EPS y 80 por ciento sienten temores de que el Estado administre los recursos de la salud. Ante esa resistencia a los pilares de su iniciativa, el presidente Petro sólo atinó a decir que los fundadores de la encuestadora son parientes del fallecido ministro de salud que promovió el actual sistema hace treinta años.
A ello se agregan las grietas que se empiezan a profundizar dentro del equipo de gobierno. Los comentarios del ministro de educación, Alejandro Gaviria no dejan títere con cabeza: habla de la ausencia de un diagnóstico adecuado, del error de pretender eliminar las EPS y del desastre que ha sido en el pasado el Estado como gran pagador de los servicios de salud. Si bien ha aclarado que sus comentarios no significan que se esté alejando de Petro, las críticas son tan grandes que es difícil que dentro del gobierno salga un consenso.
Con tantas dificultades emergiendo, la pregunta es si el presidente Petro se volverá más conciliador o si se radicalizará. Amanecerá y veremos.
MAURICIO REINA
Consultor asociado de Fedesarrollo