Sorpresa positiva nos dio el PIB, que en el trimestre creció 17,6% con respecto al año anterior, y volvió a niveles similares a los de 2019, de manera que si sigue con esa tendencia solo tendremos dos años perdidos, sin crecimiento de la economía. Sin embargo, al examinar en detalle las cifras del Dane surgen otras sorpresas e interrogantes.
La primera es la causa del crecimiento, que fue jalonado por la demanda interna, en particular por el consumo de los hogares que tuvo un incremento del 25%. La base de comparación era muy baja, pero inclusive si se compara con el 2019 hay una variación positiva de 6,2%, y el incremento semestral equivale a 3,4% del PIB.
¿Cómo es posible que las compras de los hogares hayan crecido tanto cuando la economía estaba medio cerrada (en abril y mayo todavía estaban restringidas varias actividades) y cuándo hubo más de un mes de paro nacional? ¿De donde salió la plata para ese mayor consumo, si hay 3 millones de personas que dejaron de trabajar y tener ingresos? (los desocupados más lo que dejaron de buscar trabajo).
Varios datos ayudan a responder estas preguntas. Uno es el aumento de las remesas de trabajadores en el exterior, casi US$ 4 millones (29% más que el año anterior), lo que puso en los bolsillos de los consumidores unos $4,2 billones adicionales. Se confirma que nuestro segundo producto de exportación es la mano de obra de los que no tienen oportunidades en Colombia.
Otro, es el aumento de los precios internacionales de productos como café o azúcar. En el caso del café son 500.000 familias que duplicaron sus ingresos y su capacidad de consumo. Finalmente, tuvo que haber un “desatraso” de consumos represados durante la pandemia, que se evidencia con los crecimientos semestrales de la producción en sectores como textiles y calzado (52%), muebles y colchones (34%) o entretenimiento y recreación (47%).
La segunda sorpresa es la escasa contribución del gasto público a la reactivación. Su aumento fue de solo $4,6 billones en el semestre (0,45% del PIB), y en el caso de la inversión en carreteras, disminuyó 0,7% en el semestre y 30% respecto del primer semestre de 2019.
El último hecho relevante, que no es sorpresa, es el aumento del déficit externo. En el trimestre las importaciones crecieron 46%, y ya están por encima del 2019, mientras que las exportaciones aumentaron 15%, de manera que la balanza comercial registró un saldo en rojo equivalente a 11 % del PIB, que es el más alto registrado en la historia reciente. Los expertos en internacionalización que repiten contra toda evidencia que en Colombia no ha habido apertura hacia adentro deberían explicar qué significa que en 1990 las importaciones fueran el 6,5% del PIB y hoy sean 24%, es decir casi cuatro veces más.
MAURICIO CABRERA GALVIS
Consultor privado