Un estudio publicado en la revista Science en mayo calculó que en el pasado el fenómeno de El Niño ha costado a la economía mundial más de cuatro billones de dólares en los años posteriores a cuando sucede.
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Lo anterior es una cifra general de lo que ha venido pasado en el mundo y, hablando específicamente de América Latina, se puede ahondar de manera mucho más específica en cuanto a crecimiento económico.
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Las consecuencias de eventos como el fenómeno de El Niño estaban pronosticadas en la región como un detonante de dificultades en materia macroeconómica a nivel regional. En el caso de Colombia, este pudo tener un efecto de 0,6 puntos porcentuales en el PIB nacional, según el estudio 'El regreso del fenómeno del Niño en la escena global', realizado por Corficolombiana en el mes de junio.
Esto tuvo efecto, por ejemplo, en la producción de alimentos en la región, según el reciente 'Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2023. El financiamiento de una transición sostenible: inversión para crecer y enfrentar el cambio climático', de la Cepal.
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"(...) en el caso de los alimentos, pese a la disminución observada, existe preocupación sobre la trayectoria que los precios podrían seguir en los próximos meses debido a problemas vinculados al cambio climático y a fenómenos climáticos como El Niño (...). Dado el importante peso que tienen los alimentos en la canasta de consumo de los hogares de la región, esta situación constituye un riesgo de que la dinámica inflacionaria evolucione al alza en el futuro", se explica en el informe.
De acuerdo con la Ocde, la zona en la que se encuentra América Latina es muy susceptible a tener consecuencias negativas mucho más profundas que el resto del mundo.
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"La región se caracteriza por su elevada vulnerabilidad frente al cambio climático. La mayoría de los países están situados en zonas geográficas especialmente expuestas a cambios de las condiciones hidrometeorológicas —con una mayor incidencia de sequías y olas de calor, y mayor variabilidad de los niveles y patrones de precipitación— o eventos climáticos severos. Al mismo tiempo, la región exhibe una alta dependencia de actividades económicas que podrían verse afectadas por el cambio climático, como la agricultura, la minería y el turismo", se explica en el estudio.
A esto se le suma la poca capacidad de los países de la región para poder hacerle frente a este evento: "La capacidad fiscal de los países de la región para responder a los choques climáticos sobre la economía es limitada. El espacio fiscal se redujo tras un pronunciado aumento de los niveles de deuda pública como consecuencia de la pandemia de enfermedad por coronavirus (covid-19). Los países buscan aplicar medidas de consolidación fiscal para situar su deuda en una trayectoria sostenible. En muchos casos, esto se ha traducido en reducciones de la inversión pública para recortar los déficits primarios, exacerbando la debilidad que ya presentan los niveles de inversión en la región".
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Esto quiere decir que la capacidad de respuesta de los países latinoamericanos no resultan ser suficiente por más esfuerzos que haga porque: 1) su ubicación geográfica es muy susceptible a sufrir consecuencias negativas por eventos climáticos; 2) porque los marcos fiscales de los países no son suficientes, a comparación de países desarrollados; y 3) porque el cambio climático incide de manera negativa en sectores de la economía muy importantes para la región, como lo son el turismo, las exportaciones y la agricultura.
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