Para los peces que migran aguas arriba, las barreras que se interponen en su camino, como los diques y las represas, han dejado de ser un obstáculo, pues ahora pueden viajar, por dentro de un tubo, hasta sus lugares de desove.
(La acuicultura cobra cada vez más relevancia).
Un grupo de investigadores públicos y privados, del Estado de Washington han diseñado un sistema de propulsión que facilita el desplazamiento de los peces, a través de tubos flexibles. En los canales de acceso, en el punto de partida, una red de sensores identifica los peces por su tamaño, formando una hilera hasta la boca del tubo que los “absorbe” como una aspiradora hasta colocarlos en su lugar de destino.
Según los expertos del Laboratorio Nacional del Pacifico Noroeste, adscrito al Departamento de Energía, y la empresa ejecutora Whooshh Innovation, los peces viajan - sanos y salvos- a una velocidad de unos 30 kilómetros, por hora. En las pruebas experimentales, ya superadas, se encontró que los animales no sufren ningún daño físico ni biológico.
Como un beneficio adicional: los peces llegan a su destino mucho mas rápido, en tramos de alta pendiente que les tomaba días, ahora los hacen en minutos; experimentan menos estrés y alcanzan el agua fría para el desove de manera anticipada. De igual manera, el sistema selectivo dotado de imágenes, evita que se cuelen especies no nativas que puedan causar estragos en el hábitat local o colocar en riesgo de depredación a las especies nativas.
Desde el punto de vista de la ingeniería, el sistema es modular, adaptable y portátil, lo que minimiza el costo de obras civiles. Su eficacia ha sido demostrada en las poblaciones de salmón que migran desde el Océano Pacífico para tener sus crías en las aguas dulces, en cuencas alejadas como la propia del Río Columbia. En un día, se pueden llegar a despachar hasta 50.000 salmones por uno de estos sistemas.
La innovación es una repuesta a las regulaciones orientadas a evitar que los peces migratorios encuentren obstáculos ya sea para su supervivencia, su alimentación o su reproducción. Una de dichas normas obliga a operadores de represas, generadores o no de energía hidráulica, a facilitar el paso.
En algunos casos, en estados distintos al de Washington donde se lanzó la tecnología, han procedido a romper los diques, a fin de reconectar los hábitats que fueron interrumpidos con su construcción. En otros casos, las hidroeléctricas han debido habilitar el paso de los peces, mediante la construcción de canales de agua paralelos al embalse; aunque, asumiendo costos mucho mayores, según el director del proyecto, en la compañía citada, Michael Messina.
Según una reciente evaluación, el modelo no afecta el bienestar de los animales, mantiene sus rendimientos de reproducción y recuperan hábitats tradicionales. De un lado, se señala, se mantiene sin interrupción la oferta de un alimento básico, en este caso en una de las zonas mayores productoras de salmón. Por otro, se ofrece una nueva alternativa para el aprovechamiento masivo de más de 80.000 embalses.
Germán Duque Ayala
Miami