Hace poco la revista Time, de Estados Unidos, publicó un artículo firmado por el prestigioso divulgador científico Bryan Walsh en el cual informaba que colmenas enteras de ‘apis mellifera’, la abeja melífera occidental, está muriendo o desapareciendo debido a una enfermedad aún sin resolver denominada “trastorno del colapso de las colonias” (CCD, en inglés).
Según Time, algunos pesticidas, incluyendo una nueva clase llamada neonicotinoides y en niveles considerados seguros, parecen estar perjudicando las abejas, que también sufren amenazas biológicas como el ácaro ‘varroa’, que mata sus colonias y propaga enfermedades mortales para estos insectos.
“Si no hacemos algo, puede que no haya suficientes abejas para cubrir la polinización de los cultivos valiosos”, dijo Walsh.
Para cuidar la salud de las abejas, la Comisión Europea (CE) prohibió el uso de tres pesticidas con nicotinoides y los que contienen fipronil, todos los cuales, según este organismo, representan un riesgo grave para la población de abejas.
Un 84 por ciento de los cultivos europeos y más del 80 por ciento de las flores silvestres requieren ser polinizados por insectos, pero en Europa el número de abejas y otros polinizadores ha estado disminuyendo, señala la Comisión Europea, que calcula que la mortalidad de abejas en la Unión Europea los últimos inviernos ha sido de un 20 por ciento y en algunos países ha llegado al 53 por ciento.
Según la CE, no hay una causa única de la desaparición lenta pero continuada de las abejas, sino varios factores que actúan solos o combinados entre sí, como la utilización de pesticidas, virus, parásitos, los cambios medioambientales, los monocultivos que reducen la variedad de su alimentación y las debilita, o los transgénicos que deprecian el valor de la miel.
Para Luís Ferreirim, responsable de Agricultura y Transgénicos en Greenpeace, son muchos los factores que afectan a las abejas, “como el cambio climático, las enfermedades y parásitos, las modificaciones en el uso del suelo, o la pérdida y deterioro de los hábitats, pero las prácticas en la agricultura industrial, utilizando plaguicidas y los monocultivos, son dos de los fundamentales”.
Por esto, considera que solo una apuesta decidida por la agricultura ecológica permitirá la recuperación de estos insectos vitales para los ecosistemas y la seguridad alimentaria, ya que cerca del 90 por ciento de las flores silvestres y una tercera parte de nuestros alimentos, incluyendo los más nutritivos como frutas y verduras, dependen de la polinización”.
LA POLINIZACIÓN BAJO AMENAZA
Para Richard Fell, profesor de entomología de la Universidad Técnica de Virginia (Virginia Tech), en Estados Unidos: “Las abejas de la miel son las que deberían preocuparnos más, ya que sin esas abejas que dispersan el polen de los órganos masculinos a los femeninos en las plantas, no pueden formarse las frutas y eso afecta al precio de algunos de los alimentos más sanos y deseables”.
Los agricultores usan las abejas de miel para polinizar más de un centenar de cultivos de frutas y vegetales, colocando colmenas en los campos cuando las plantas están listas para la polinización.
EFE