“Creo que mi voz es única y realmente no había gente que supiera qué hacer con ella; era inusual y eso era mi condena. Ahora es mi gracia, lo que me sostiene”.
Así, con un dejo de reproche y de orgullo, resume Bettye LaVette sus 50 años de carrera artística, que comenzaron siendo muy joven en Detroit, donde se crió, aunque nació en Michigan.
Dicen datos de su biografía que gracias al negocio que tenía su familia con la venta de whisky, en donde la gente iba no sólo a tomarse unas copas, sino también a oírla cantar, fue descubierta su voz cuando tenía tan sólo 16 años, edad a la que grabó su primer disco, My Man.
Durante todos estos años, LaVette ha incursionado en géneros como el country, soul, rock, funk y góspel y ahora llega a Bogotá acompañada de los cuatro integrantes de su banda (piano, guitarra, bajo y batería) para participar en el 23 Festival Internacional del Teatro Libre, en una coproducción con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
Sus últimos años han sido los más aplaudidos, una vez que logró conquistar la admiración y el respeto de la industria y un amplio público.
Hace seis años, con el álbum I’ve Got My Own Hell to Raise, demostró que tenía un estilo muy propio y fue aceptado, y luego, en el 2008 fue aún más reconocida con la nominación en los premios Grammy en la categoría de Mejor Álbum de Blues Contemporáneo, por su disco The Scene of the Crime.