Cuando aceptó formar parte del grupo de las ‘Stormers’, Grace Brett, una bisabuelita británica de 104 años, no tenía idea que se iba a convertir en la cara pública del movimiento conocido como Yarn Bombing o Bombardeo de Tejidos que toma por sorpresa a los habitantes de pueblos y ciudades del mundo con sus ataques sorpresivos.
Los Stormers hicieron noticia internacional este mes cuando ‘atacaron’ 48 puntos importantes de su pueblo y de varios pueblos vecinos en el sureste escocés cubriendo desde bancas en parques hasta postes de luz, cercas y cabinas telefónicas con su muy especial forma de ‘grafiti’.
A raíz de ese ‘bombardeo’ la foto de la ancianita Grace, quien tiene 7 nietos y 14 bisnietos, apareció en la prensa internacional tejiendo sus próximas ‘bombas’ y se hizo viral en las redes sociales.
Yarn Bombing, también conocido como ‘guerrilla del tejido’, ‘grafiti del tejido’ o ‘bombardeo de hilo’ es un movimiento global, urbano, totalmente espontáneo y comunitario con miles de militantes en todo el planeta.
Quizás usted haya visto troncos de árboles luciendo lo que parecerían largas medias de colores o bancas públicas cubiertas con ‘abrigos’ hechos en cuadritos de croché o postes de la luz ‘vestidos’ con coloridas ‘bufandas’. Piense en grafiti que en vez de pintura usa hilo o lana y que aparece inesperadamente en parques públicos, calles, monumentos y a veces hasta cubriendo autos o bicicletas. En Berlín recientemente vistieron un tanque de guerra frente a un conocido museo, en cuadritos de crochet multicolores.
En Gran Bretaña ha tomado mucha fuerza y los diarios locales tienen noticias al respecto prácticamente a diario:
‘Misterioso bombardeo de tejidos contra árboles’ titula uno. ‘Bandidos del hilo golpean jardín botánico’, dice otro.
‘Ataque sorpresa de los bombarderos del tejido’. No parece haber sitio seguro contra las intervenciones: buses viejos, puentes, bardas, estatuas, barandas, cercas pueden aparecer de un día para otro cubiertos con las coloridas decoraciones de hilo y lana tejidas a mano por mujeres generalmente de edad mayor.
En el pueblito de Bradford en Inglaterra el diario local escribió: ‘Ninjas tejedoras se especializan en atacar estatuas’. En un artículo denunciando que ‘Encontraron a las bombarderas de Derbyshire’, el Derby Telegraph explica: “mientras la mayoría de la gente del pueblo dormía a las 4 de la mañana un grupo de bombarderas secretamente cubrió con sus tejidos árboles, bancas y todo lo que encontró a su paso”.
En grandes ciudades como Londres, Washington, Barcelona no es raro ver árboles forrados en tejidos de lana, barandas con bufandas o grandes esculturas vestidas en trajes hechos a la medida en ganchillo.
¿ARTE O VANDALISMO?
Los practicantes de ‘Yarn Bombing’ no intentan dañar o destruir el entorno que afectan con sus obras. Más bien embellecer el paisaje urbano dándole una imagen inesperada y decorativa.
Si busca ‘Yarn Bombing’ en Google podrá ver montajes impresionantes que han aparecido en diferentes partes del mundo y que han merecido atención internacional y el cubrimiento de las redes sociales.
En realidad muchos de los “ataques sorpresa” son coordinados con las autoridades locales y cuentan con los respectivos permisos. Hasta ahora nadie ha sido detenido por profanar un monumento público y muchos de los ‘bombardeos’ son parte de programas cívicos, festivales locales y otras celebraciones de pueblos y ciudades.
Para muchos de los admiradores y practicantes del Yarn Bombing se trata de una forma de expresión artística y los llamados bombardeos deben ser considerados más bien como exposiciones temporales gratuitas y de libre acceso. A veces tienen un fin reivindicativo, aportando color y alegría a zonas degradadas. En general son intervenciones divertidas que agregan estética y colorido a los espacios públicos y literalmente “visten” el mobiliario urbano.
La popularidad de Yarn Bombing es tal que se ha creado un concurso internacional en Yorkshire que atrae más de 8.000 participantes entre otros sitios de Estados Unidos, Japón, Australia, Taiwán, Brasil y la mayor parte de los países europeos.
Mientras tanto, Grace Brett, la bisabuelita centenaria, no solo es una estrella de las redes sociales por su longevidad y entusiasmo como artista callejera, sino también un ejemplo para las abuelas de todas partes y una inspiración para los tejedores de todas las edades.
Cecilia Rodríguez
Especial para Portafolio
Luxemburgo