Nadie duda de la eficacia de los fármacos analgésicos ni de su seguridad, siempre que los prescriba un médico o farmacéutico y se tomen siguiendo escrupulosamente las instrucciones y dosis recomendadas, sin incurrir en la automedicación irresponsable.
Sin embargo, hay muchas otras cosas que puede hacer una persona para calmar sus molestias sin necesidad de acudir a la farmacia o ingerir una pastilla, o que en última instancia pueden reducir la necesidad de medicación o complementarse con sus efectos calmantes.
Conforman un auténtico ‘botiquín mental’, que no ocupa lugar pero almacena muchas soluciones.
Se trata de una serie de “trucos de la mente”, cuya eficacia viene avalada por las últimas investigaciones científicas, y que ayudan a aliviar y reducir el dolor en pocos segundos. Y además de ser naturales, estas medidas son sencillas y gratuitas.
TOCARSE LAS ZONAS QUE DUELEN
Investigadores del Colegio Universitario de Londres (UCL), han descubierto que la forma en que el cuerpo está representado en el cerebro a través de la imagen “que le envía” el sentido del tacto, es clave para reducir la percepción de dolor intenso.
Los científicos del Instituto de Neurociencia Cognitiva del UCL estudiaron los efectos que produce tocarse las zonas adoloridas en un grupo de personas a quienes se les provocó una sensación de dolor mediante un procedimiento inocuo llamado “ilusión térmica”: consiste en sumergir unos dedos de la mano en agua caliente y otros en agua fría.
El dolor experimentado por el dedo mayor se redujo hasta en un 64 por ciento cuando este sistema térmico actuaba sobre ambas manos de una persona, y después los tres dedos de una mano tocaban los mismos tres dedos de la otra.
Según Marjolein Kammers, directora de la investigación, “tocarse a uno mismo le envía una fuerte señal al cerebro acerca de la correlación de la información sensorial de diferentes partes del cuerpo.
Esto nos ayuda a percibir nuestro cuerpo como un todo coherente”.
Eso hace sentir alivio en la zona que duele, aunque esta estrategia no funciona si es otra persona la que toca la zona lesionada.
Estar derecho para sentirse mejor
Enderezar la columna y adoptar una postura corporal dominante reduce nuestra sensibilidad al dolor, según un trabajo de científicos de las universidades del Sur de California (USC, en Estados Unidos), y de Toronto (UT, en Canadá).
Scott Wiltermuth, de la USC, y Vanessa Bohns, de la UT, solicitaron a un grupo de personas que adoptara poses dominantes y a otro grupo que adoptara posturas sumisas y neutrales mientras eran sometidos a una fuente de dolor, comprobando que los primeros mostraban mayores umbrales de dolor que los segundos.
Ante un dolor físico, “en lugar de encogerse en un ovillo”, los expertos aconsejan “enderezar el cuerpo, sentarse o pararse derecho, inflando el pecho y expandiendo el cuerpo”.
Los investigadores creen que la postura expansiva puede ayudar a elevar en el organismo los niveles de testosterona, una hormona asociada con una mayor tolerancia al dolor, y al mismo tiempo reducir los de cortisol, otra hormona asociada al estrés, lo cual podría hacer la experiencia dolorosa menos estresante.
CRUZARSE DE BRAZOS ES ANALGÉSICO
De otra investigación posterior del UCL se desprende que, si nos duele una mano, nos conviene cruzar ambos brazos frente a nosotros mismos, porque de esta forma el cerebro se ve engañado sobre el lugar donde ocurre el dolor, y la molestia se alivia.
De acuerdo con el estudio, esto se debe a que al colocar la mano en el lado “equivocado” se interfiere con la percepción sensorial del dolor.
Los investigadores del UCL, dirigidos por Giandomenico Iannetti, utilizaron un láser para generar dolor con un pinchazo de cuatro milisegundos en las manos de las 20 personas que participaron en el experimento, aunque sin tocarlos.
Cada participante clasificó la intensidad del dolor que sentía, mientras se medían las respuestas eléctricas del cerebro mediante electroencefalografía (EEG).
Tanto en los informes de los participantes como en los de las EEG, se observó que la percepción del dolor era más débil cuando la persona cruzaba sus brazos sobre la "línea media" imaginaria que atraviesa verticalmente el centro de su cuerpo.