En Monguí, el pueblo balonero de Colombia, esperan poderle hacer una gambeta a la quiebra de su industria insignia con la Copa América que comienza en Chile, del 11 de junio al 4 de julio próximo.
La antes próspera actividad, que le ha dado el sustento al 70% de los casi 6.000 pobladores de este municipio Boyacense, desde hace varios años anda de capa caída por cuenta de las ‘esféricas’ traídas desde China. Más recientemente, les ha caído la plaga de la fuerte devaluación del peso que hace todavía más difícil la competencia. Germán Peña, uno de los más importantes baloneros de Monguí, explica que por esta vía el producto se ha encarecido, no solo porque buena parte del pegamento que usan en el pueblo es importada y pagada en divisa estadounidense, sino porque sus proveedores nacionales también se abastecen de materias primas foráneas para procesar el cuero y les transfieren el costo adicional que tienen con la fluctuación de la tasa de cambio.
Con esto se agrava aún más una situación que desde antes se hacía insostenible debido al dumping orquestado desde el exterior y con la ayuda de los empresarios del país. En promedio, el balón más barato que se confecciona en Monguí se vende a 12.000 pesos y uno importado vale la mitad o menos.
A MEDIA MARCHA
Hace unos años, en las vísperas de un certamen deportivo de importancia, en Monguí el ambiente se tornaba festivo, pues grandes empresas llegaban a comprar balones para obsequiarles a sus clientes y empleados. Las ventas se podían hasta triplicar. Sin embargo, en el 2014, con el Mundial de Brasil, ese entusiasmo se convirtió en desilusión, debido a que los grandes compradores se inclinaron por el producto oriental.
“Antes uno vendía un promedio de 30.000 balones para el Mundial y ese año si acaso vendimos de a 10.000, todo se bajó por las compras que hicieron las multinacionales”, cuenta Henry Acevedo, uno de los empresarios más veteranos de la localidad.
Desde entonces, las ventas se han reducido a la mitad y con el dólar caro se hace más difícil la puja por el mercado. Como consecuencia, las 19 empresas trabajan a media marcha y alrededor de 1.000 familias que les maquilan están paradas. “La mayoría ha reducido turnos.
Si antes alguien tenía 20 empleados, solo mantiene cinco, o trabajan apenas con la propia familia y vendiendo a costo. Algunos cierran por semanas”, añade Acevedo.
Al preguntarles a los fabricantes y al alcalde, Segundo Anatolio Pedraza, por las posibles salidas a su crisis, se inclinan por la imposición de más aranceles a los balones foráneos y mayor control al contrabando. También hablan de que las grandes empresas apoyen el producto local y el Gobierno emprenda un plan de ayuda.
No consideran la posibilidad de trasladarse a otros oficios, porque, como puntualiza Peña, “culturalmente estamos hechos para hacer balones. Llevamos 80 años en esto y no creo que sea tan fácil dedicarnos a algo distinto”.
¿COPA AMÉRICA PODRÍA SER LA REDENCIÓN?
Durante la Semana Santa los monguiseños tuvieron un alivio temporal, pues, siendo considerado uno de los pueblos más hermosos del país, llegaron muchos turistas que compraron balones para regalar como recordatorios de su viaje. Los baloneros dicen que el municipio entero se uniría para producir todos los balones que el país necesite con ocasión de la Copa América que empieza el 11 de junio.
Néstor Alonso López
Redactor de Portafolio