Entre más de 10.000 barricas donde se añeja el whisky, cada año hay una que otra que se comporta distinto.
Es rara, dicen los conocedores.
Pueden ser varias o tan solo unas pocas entre un inventario enorme, que serán marcadas y apartadas de las otras. No es un rechazo, o un acto de discriminación, o una sanción por ser ‘distintas’. Por el contrario, el licor que guardan en su interior será protagonista de un whisky muy especial.
“Cuando el master blender entra a la destilería, marca aquellas que son más enigmáticas, que él aparta porque no logra descifrar muy bien sus características, pero sabe que algo muy bueno va a pasar con ellas”, explica Arturo A. Savage, embajador del whisky de Diageo para Latinoamérica y el Caribe.
Con esos whiskys apartados es que el master blender de la casa hace el Johnnie Walker Blue Label.
Sin embargo, para este año sacó una edición limitada y especial, como de colección, pues el diseño de la botella y de su empaque se hicieron en alianza con otra icónica marca británica, Alfred Dunhill.
“Las grandes sociedades deben tener elementos comunes para que sean exitosas, y estas dos, además de una larga tradición de más de 100 años, hacen de la artesanía un culto con conciencia de modernidad y contemporaneidad fiel a una tradición”, dice Savage.
Además, tanto Johnnie Walker como Alfred Dunhill, pioneros y fundadores de sus marcas, fueron grandes amigos y les gustaba viajar. Así compartieron largas travesías desde Gran Bretaña hasta los cuatro rincones del mundo.
“En la época victoriana era un lujo viajar, y esta botella y su empaque están inspirados en un viaje que ellos hicieron de Londres a Escocia, con su paisaje sorprendente y singular”, dice Savage.
PARA SABOREAR UNA EDICIÓN ESPECIAL
El ‘whisky’ se toma según el gusto de cada quien, pero para ediciones especiales como esta, Savage sugiere seguir este ritual.
En un vaso alto, poner agua con hielo, y en otro corto, el trago de Johnnie Walker Blue Label.
Primero tomar un sorbo del agua fría y luego uno de whisky. “Con el agua se enfría el paladar y se abre a las características del licor: una textura aterciopelada y sabor grande en boca (no es ligero), con notas dulces al principio, algo de ahumado, y matices a frutas cítricas y vainilla.