En la calle 25, entre Park Avenue South y Lexington Avenue, en Nueva York, se levanta una construcción de doce pisos y 48.000 metros cuadrados que hace que los transeúntes se detengan a mirarla, a pesar de que no es precisamente un rascacielos. De sus puertas emergen jóvenes millennials y relajados ejecutivos que no parecen estar trabajando en la agitada capital del mundo, sino en alguna zona reservada para despreocupados empleados de algún gigante de la tecnología.
(El crowdfunding es la forma de financiación e inversión del futuro).
Se trata del edificio The Assemblage Nomad, un complejo de oficinas de innovadoras compañías de publicidad, medios de comunicación y empresas de información que disfrutan de este espacio de coworking en la intersección de poderosos sectores residenciales y comerciales, en medio de hoteles boutique de lujo, así como reconocidos restaurantes: Gramercy Tavern, Eataly y el 11 de Madison, entre otros.
(Un colombiano se luce en Nueva York con la fiducia).
Detrás de este proyecto están la ilusión y la terquedad de un colombiano. Es la tercera iniciativa en operación de Prodigy Network en Manhattan –y el primero dedicado al coworking–, una compañía fundada el bogotano Ricardo Niño cuyo modelo de crowdfunding les permite a pequeños y medianos inversionistas acceder a emprendimientos de gran magnitud y que ha reunido más de 630 millones de dólares de 6.500 inversores de diferentes partes del mundo (37 países y 27 estados de Estados Unidos). Con este capital, junto con financiación tradicional de instituciones como Deutsche Bank, Bank of America y CIBC, esta empresa ha consolidado un portafolio de ocho proyectos (seis en Manhattan y dos en Bogotá) con un valor estimado en más de 875 millones de dólares.
The Assemblage Nomad no es un inmueble de oficinas común y corriente. Ofrece una programación cultural diaria que incluye meditación con sonido, conferencias, yoga, proyección de películas y talleres, entre otros; además, con el fin de animar a la comunidad a combinar el bienestar con la vida laboral, sus espacios están diseñados para nutrir la mente, el cuerpo y el alma. “Nuestra filosofía es crear un entorno que ayude a encender la imaginación colectiva y eleve la conciencia dentro de la comunidad”, dice Niño. “Con los pilares fundamentales de interconexión y colaboración, estamos muy orgullosos de dar el primer paso hacia la actualización de nuestra visión de una nueva sociedad”, continúa.
A sus 48 años, el que está considerado el pionero del crowdfunding aplicado al mercado de los bienes inmuebles en Estados Unidos, tiene, también una meta que suena inalcanzable, pero que espera cumplir en dos años: convertir Prodigy Network en la primera compañía colombiana unicornio. Es decir, alcanzar un valor de mil millones de dólares en alguna de las etapas de su proceso de levantamiento de capital. Esa es la apuesta que planteó en su entrevista con la Revista Portafolio, con una seguridad que hace pensar que este Niño prodigio no está detrás de un mito o una fantasía.
Usted ha dicho que espera que Prodigy sea la primera empresa unicornio creada por un colombiano. ¿Cuál es el fundamento de esa aspiración?
Las empresas consideradas ‘unicornios’ suelen ser de tecnología, aquellas que están transformando industrias de manera positiva para la humanidad. Nosotros creemos que en Colombia hay una gran cantidad de personas talentosas, creativas y emprendedoras; nos encantaría ser exponentes de ese talento colombiano en el mundo y participar en la arena de las grandes metamorfosis a nivel global, sirviendo de inspiración para emprendedores colombianos que tienen sueños en torno a crear empresa con base en tecnología que cambie las vidas de los demás.
¿Cómo ha sido la trayectoria empresarial que le permite proyectar una eventual salida a bolsa?
Nosotros estamos viendo cómo Prodigy Network, desde que entramos en la era del crowdfunding, ha ido creciendo rápidamente. Hoy tenemos inversionistas en 37 países y hemos recaudado más de 630 millones de dólares para un portafolio de seis edificios en Manhattan y dos en Colombia, con un valor de 875 millones. Con el reciente lanzamiento de The Assemblage, nuestra marca enfocada en espacios sociales, de coworking y coliving, creemos que este crecimiento continuará porque hay un gran apetito por este tipo de escenarios en Nueva York.
¿Cuál es el cronograma tentativo que tiene en mente?
No lo tenemos definido, como tampoco la salida a bolsa. Estamos mirando con mucho cuidado lo que está pasando con blockchain, pues también podemos optar por hacer un ICO (Iniportial Coin Offering, es decir, oferta inicial de moneda), que está más en línea con lo que Prodigy Network representa. Vemos que nuestra salida puede ser en un par de años, o de pronto en un periodo de tres a cinco años. Lo vemos más como un ICO en blockchain, que como un IPO (Initial Public Offering, oferta pública de venta) en la bolsa.
¿Qué lecciones ha aprendido para plantear una senda de crecimiento rápido?
Lo más importante es que los objetivos materiales que uno fije estén contextualizados en torno al impacto positivo que quiera generar y que es la mejor forma para llegar al beneficio económico. Visto de otra manera, el beneficio económico individual debe obtenerse en función de una buena huella sobre los demás. Con esta fórmula, el beneficio individual se vuelve exponencial, así es como se puede sobrepasar cualquier fin que uno pueda tener. Si uno busca solo el beneficio individual, se termina dando cuenta, más temprano que tarde, de que no hay crecimiento ni creatividad en el egoísmo, y creo que esto es lo que está pasando en el mundo hoy.
¿Por qué decidió salir de Colombia?
Por una combinación de diferentes circunstancias. Principalmente, estaba buscando un impacto más allá del local o el regional. Para poder llevar el espíritu emprendedor colombiano al mundo escogí Nueva York, una de las plazas globales más importantes, donde convergen más de 60 millones de personas al año.
¿Qué lazos mantiene con los proyectos concluidos en Colombia?
Acá hemos participado en tres proyectos. El primero fue el BD Bacatá, donde fuimos comercializadores hasta el 2013. Llevamos cinco años sin estar vinculados. El segundo es un hotel en Bogotá, ubicado en la calle 95 con carrera 14, que lleva operando unos años. El tercero es un edificio de oficinas que se llama ABH. Estamos esperando concluirlo pronto. Cuenta con una ubicación estratégica, con las mejores especificaciones, en el que básicamente no tenemos deuda y que fue construido a un costo razonable. En este momento estamos recibiendo ofertas para venta y alquiler. Es un gran proyecto, estamos contentos de haberlo terminado pese a las demoras.
¿Qué limitación impide desarrollar el concepto de ‘crowdfunding’ en el país?
En Colombia, lo que existe es la venta de derechos fiduciarios sobre área en proyectos inmobiliarios. No hay una ley clara que apruebe el crowdfunding como se conoce en Estados Unidos. Técnicamente, la venta de derechos fiduciarios sobre área en proyectos inmobiliarios en Colombia es una versión doméstica de crowdfunding que solo se puede usar para ese tipo de proyectos. Lo que no existe es una norma que permita utilizar el crowdfunding para compañías, que en Estados Unidos se conoce como Equity Crowdfunding.
Eso me parece un retroceso en la creatividad y capacidad emprendedora de los colombianos, pues frena el potencial que tiene nuestro país al generar la típica situación en la que las personas no pueden realizar sus proyectos por impedimentos de la ley.
Vemos con optimismo que pronto se desarrolle una norma de crowdfunding que permita que los emprendedores puedan financiar sus iniciativas de manera clara y transparente.
¿Por qué escogió Nueva York y no Miami para dar el salto?
Estuve muchos años en Miami y ahí comencé mi carrera en propiedades en Estados Unidos, pero busqué Nueva York por ser la ciudad más global del mundo, donde el impacto que queremos lograr se puede hacer de manera universal.
¿Podría explicar por qué el Jobs Act del 2013 resultó clave para su estrategia?
En 1933 se creó el Securities Act, lo que generó la separación del Private Equity (ofertas de capital privado) y el Public Equity (ofertas de capital público), lo que permitió la consolidación del privilegio, la excepción y la separación de los individuos, puesto que, mientras unos pocos tenían acceso a ofertas privadas, el público no contaba con las mismas oportunidades. El Jobs Act creó un paradigma, en donde todas las personas pueden acceder a las distintas ofertas como los enclaves de concentración de riqueza tradicionales, que protegieron el capital de grandes inversionistas por más de 80 años. Un claro ejemplo de esto son los activos inmobiliarios en Nueva York, que fueron de acceso para todo el mundo.
¿Cómo van los proyectos terminados hasta ahora?
Van muy bien. En el segmento de apartamentos de larga estadía contamos con tres edificios, AKA Wall Street, AKA United Nations y The Smyth Hotel, con un total de más de 400 habitaciones. Una estancia en es- tas propiedades tiene todos los lujos de vivir en un apartamento en Nueva York pagando precios de hotel, obteniendo el servicio añadido de limpieza y recepción que ofrece uno de lujo.
Adicionalmente, tenemos los tres edificios dedicados a la marca propia The Assemblage, la cual está destinada a espacios sociales de coworking y coliving y con la que estamos capitalizando el fenómeno creciente de comunidad. Las personas están repensando la sociedad en la que vivimos y, para ello, en The Assemblage estamos invitando a la gente a ensamblar proyectos que van a transformar la sociedad del futuro. Para poder lograr este portafolio, hemos obtenido el respaldo de bancos como Deutsche Bank, CIBC y Bank of America, que nos han dado créditos para adquirir los distintos proyectos, además de participaciones de inversionistas institucionales como Vanbarton Group y la colaboración de miles de inversionistas de distintos países.
¿No teme que en un escenario de tasas de interés al alza sea más difícil conseguir la financiación esperada o mantener los costos de endeudamiento bajo control?
Siempre hay que encontrar el balance del costo del crédito con el flujo que genera la renta de cada edificio. Si bien es cierto que pueden subir las tasas de interés, creemos que el crecimiento económico que se está dando en Estados Unidos es más que proporcional al costo que implica la subida de las tasas de interés. Es más, esta es una manifestación del crecimiento económico que se viene y lo que se pretende es controlar la inflación que acompaña este crecimiento económico. La subida de las tasas es un síntoma de la buena situación económica en la que está el país.
¿Cuál es el riesgo que más le preocupa?
Nosotros abordamos las inversiones desde una perspectiva conservadora. Precisamente invertimos en el mercado de propiedades comerciales en Nueva York, puesto que no sabemos cuál es la probabilidad de un fallo sistémico en la economía global. En la bolsa de valores vemos que hay una sobrevaloración en los equities, que hay una correlación que antes no existía entre acciones, que la correlación inversa entre los bonos y las acciones ya no está, y que los expertos bursátiles no saben explicar con certeza lo que está sucediendo en la bolsa. No descartamos la posibilidad de que haya otro fallo sistémico y, siendo este el riesgo más grande, es la razón por la cual invertimos en los proyectos comerciales en Nueva York. Si miramos hacia atrás y vemos fallos sistémicos como la Gran Depresión y la Gran Recesión, el capital siempre se ha protegido en oro, bonos del Tesoro y propiedades comerciales en Nueva York.
¿Y la oportunidad más llamativa?
En este momento es invertir en los proyectos de The Assemblage, pues las personas se están dando cuenta de la importancia del impacto positivo sobre los demás. Acá juntamos a los que están interesados no solo en el beneficio económico individual, sino en lograr este beneficio en función del impacto positivo sobre los demás. Pienso que esta audiencia es muy grande alrededor del mundo. Hoy, tanto las grandes empresas como los pequeños emprendedores están pensando que la clave está en entender cómo obtener beneficio individual, mientras se genera impacto positivo sobre la comunidad.
¿Qué sigue para Prodigy en los próximos 24 meses?
Viene una etapa de crecimiento exponencial. En abril abriremos las puertas de The Assemblage/john Street, enfocado en apartamentos de larga estadía y espacios de coworking. Iniciaremos también la última etapa de financiación de The Assemblage Park, proyectado para el 2019, y que a diferencia de otras propiedades similares tendrá un piso exclusivo dedicado a servicios para empresas de tecnología y medios, con salones de grabación y de experiencia ‘inmersiva’.
Consideramos que lo que hemos hecho hasta ahora, en siete años, ha sido un piloto de lo que podemos llegar a realizar. Con el recaudo logrado, creo que tenemos una prueba de concepto que podemos usar para crecer rápidamente en los meses que siguen. De ahí no sé si lleguemos a ser el primer ‘unicornio’ colombiano, no sé si ya haya otros, pero sí creemos poder ser una compañía que llegue a la valoración de mil millones de dólares en 24 meses.
¿En qué ciudad o país piensan dar el siguiente paso?
Queremos estar en capitales donde podamos agrupar a todos los individuos que puedan estar interesados en el concepto de The Assemblage. Para esto hemos pensado en San Francisco, Estambul, Berlín, Seúl, Bogotá y, naturalmente, Londres.
¿Tiene un referente a seguir en su sector?
Como innovadores, no tenemos un referente concreto, pero sí tenemos distintos puntos de referencia. Uno de estos puntos es Wework, pionero en este mercado del coworking. Han logrado grandes resultados y, a pesar de que tienen un modelo de espacios de trabajo distinto al nuestro, son una referencia en la industria. Otro punto de referencia es Soho House que, a pesar de ser un club social, ha tenido mucho éxito históricamente. Nosotros nos diferenciamos de ellos, pues creemos que representamos la intersección entre conciencia, tecnología y capital.
¿Cómo maneja su vida ante a la necesidad de atender tantos frentes?
Realmente no tengo la necesidad de atender tantos. Entendemos el camino de la exploración e innovación como se va presentando ante nosotros. En Prodigy aceptamos que somos instrumentos de la sociedad en la que vivimos, que tenemos una agenda más grande que nosotros mismos y que estamos a su servicio, aceptando que nos lleve adonde nos tenga que llevar.
¿Dónde espera estar a los 60 años?
Bueno, esto no es en tanto tiempo, ya tengo 48. La única idea es estar todavía encontrando fórmulas para seguir transformando la manera en la que se relacionan los individuos en el contexto del dinero. Espero ver un mundo en donde se compensan las ideas por encima de la acumulación de capital, en el cual se premia el emprendimiento con base en el impacto positivo que tenga y donde no sea pecado ser rico, pero tampoco sea costoso ser pobre, generando así que todos tengan el mismo acceso a oportunidades.
¿Qué consejo le daría a un emprendedor que esté empezando?
Le diría que debe darse cuenta de que siendo colombiano tiene una perspectiva única sobre los negocios, y que las cosas sí se pueden hacer.
¿Para qué sirve ser colombiano en el mundo de los negocios?
Diría que es importante darse cuenta de cómo ser colombiano es una ventaja frente a la arena global. Nosotros hemos visto las dos caras de la existencia, pues como colombianos sabemos lo que tenemos que hacer para llevar a cabo nuestras ideas, trabajamos más duro que cualquiera, somos capaces de respetar las reglas claras y nos hemos dado cuenta de que la violencia se puede transformar en tenacidad y capacidad de creación.
Ricardo Ávila Pinto
Director Revista Portafolio