Aunque la condenable práctica fue abolida hace siglos y es castigada hoy por las leyes de la mayoría de países, la lepra social de la esclavitud no solo persiste, sino que se ha propagado en todo el mundo y produce para un puñado de delincuentes miles de millones de dólares en ganancias.
Más de 45 millones de personas son hoy esclavizadas en todo el mundo por trabajo forzado, explotación sexual y, en menor grado, por mendicidad forzosa, según el Índice Global de esclavitud 2016, el informe anual divulgado por la Fundación Walk Free, que se encarga de combatir la esclavitud moderna y la trata de personas en todo el mundo.
El documento, que incluye la situación en 167 países, es una valiosa herramienta para identificar la dimensión del problema e impulsar la adopción de políticas públicas para enfrentarlo a nivel local, regional y mundial.
Más de 2 millones de personas son hoy esclavizadas en las Américas y más de 1,2 millones en Europa. En América Latina la práctica es fácilmente detectable en Brasil, Bolivia, Chile, Guatemala, México y República Dominicana.
Explotación sexual
Colombia y Perú son considerados en el informe como los dos países de la región donde más se somete a menores a la explotación sexual.
En nuestro país, además crece la explotación laboral de los más jóvenes y la esclavitud moderna también se expresa en sectores como la agricultura, minería, construcción y
otros campos.
Estudios realizados aquí afirman que, a pesar de que la esclavitud se abolió hace 165 años, el 60 por ciento de los afrodescendientes colombianos son pobres y que su acceso a la educación, servicios públicos y mercado laboral es desigual con respecto al resto de la población.
La esclavitud moderna que afecta a hombres mujeres y niños en Iberoamérica se manifiesta en múltiples sectores. “El trabajo forzoso afecta principalmente a hombres y mujeres en el trabajo doméstico, en la agricultura, la minería y la construcción, sobre todo en América del Norte y Central y el Caribe” según el informe.
Afirma que “el trabajo forzoso es un problema frecuente entre los grupos indígenas de Perú, Bolivia y Colombia. Estas encarnaciones de la esclavitud moderna son frecuentes en las industrias no calificadas con mucha mano de obra, como la agricultura, la fabricación de ropa, la construcción y la minería”.
“Los hombres jóvenes son particularmente vulnerables al trabajo forzoso. La inversa es el caso de la explotación sexual comercial, donde las mujeres y los niños son más propensos a reportar casos en América del Sur. La explotación sexual es particularmente habitual entre las comunidades vulnerables, incluidas las grupos transexuales lesbianas, gays, bisexuales y (LGBT) de América Central y del Sur, y los niños en los sistemas de bienestar en los Estados Unidos”, añade.
Desempleo y pobreza contribuyen
El papa Francisco afirmó públicamente que las escasas oportunidades de trabajo contribuyen a la aparición de otro tipo de esclavitud moderna en la que se pagan salarios de hambre o simplemente se pide a un individuo que trabaje gratis en el ejercicio de algún oficio o profesión, a cambio de bonos de comida o de un supuesto prestigio.
Las empresas deben ofrecer a sus empleados “condiciones de trabajo dignas y salarios adecuados” pues “la corrupción de quienes están dispuestos a hacer cualquier cosa para enriquecerse” es otra forma de esclavitud moderna, afirmó el pontífice.
La pobreza es un factor de motivación que impulsa a las poblaciones vulnerables, poco calificadas, a emigrar a ciudades o países donde, con frecuencia, se les explota. La práctica es evidente en todo el continente americano, y naciones ricas como Estados Unidos y Canadá explotan a los emigrantes, especialmente en el sector agrícola, según el informe.
Menciona también como sectores de alto riesgo a la construcción, la hostelería y el servicio doméstico, pero la detección de este tipo de esclavitud moderna es difícil porque un gran porcentaje de las víctimas en Estados Unidos ingresan con visas válidas por las que, en su mayoría, pagaron más de seis mil dólares en honorarios de contratación.
Afirma que “los casos notificados de la prostitución forzada y la explotación sexual comercial de los niños en la Américas reflejan un complejo patrón de la migración interna y externa. Las mujeres jóvenes y niños migran del campo a las ciudades, o para las naciones más ricas, o en algunos sitios de minería, con la promesa de empleo, pero al llegar se ven sometidos a trabajo forzoso, la servidumbre por deudas y la explotación sexual por parte de su reclutador”. “La explotación sexual comercial de niñas y mujeres es altamente prevalente en México, particularmente en la ciudad de Tenancingo, donde la interacción de los sindicatos del crimen organizado, la disposición de los muchachos jóvenes para convertirse en proxenetas captando víctimas, y la coerción a través de amenazas violentas se combinan para atrapar a las mujeres y las niñas en un ciclo de explotación sexual”. “El reclutamiento también está aumentando en otros estados, incluso en las comunidades rurales en América Central. Las mujeres y niñas de Guatemala, Honduras, El Salvador, México y otras naciones de las Américas son objeto de tráfico por miembros de la familia a los Estados Unidos”, añade. El papa Francisco acaba de hacer un llamado para que los países combatan sin descanso todas las formas de esclavitud moderna representadas en el trabajo forzado, la prostitución, el tráfico de órganos y el comercio de la droga. “Esos son los verdaderos crímenes de lesa humanidad que deben ser reconocidos como tales por todos los líderes religiosos, políticos y sociales, y plasmados en las leyes nacionales e internacionales”.
Gloria Helena Rey
Especial para Portafolio
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13 jun 2016 - 11:12 p. m.
La gran vergüenza
La infame práctica de la esclavitud y sus variantes es una de las peores lepras de nuestra época.
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