En un obituario publicado en El Tiempo, el Teatro Libre de Bogotá lo despidió como el “genio del vestuario” porque Pedrito, como era conocido por casi todos, se especializó en vestir a la Opera, el teatro, el ballet la zarzuela y a la TV colombianas durante más de 40 años, lo que lo hizo merecedor al título de “la aguja de oro del espectáculo” en los años 90.
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Pero, en esa despedida se quedaron cortos, según el reconocido diseñador Hernán Zajar pues, en su opinión, Pedro Nel López Forero “no solo era el genio del vestuario, era la Biblia. Fue un hito en la historia del traje en Colombia, era la columna vertebral del vestuario teatral, de ahí su importancia.
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Su talento y pasión dejaron sello. Será recordado por su excelencia ya que en cada puntada suya fijaba su estilo. Fue una fuente de inspiración y siempre estará con nosotros, como el gran artista”, afirma.
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Pedro Nel López fue, sin duda, el gran figurinista colombiano y, en el sentido exacto de la expresión, podría compararse con lo que hicieron en su momento el diseñador escénico ruso Aleksandr Golovin (1863-1930) o los franceses Maurice Sand, el hijo de la escritora George Sand y George Barbier o los españoles Victoria Durán, Javier Artiñano, Gerardo Vera, Francisco Nieva y otros entre los siglos IXX y XX.
Zajar lo compara con el francés Jean Louis Berthault, el figurinista oficial más influyente y destacado de la década de los 40, quien vistió a Rita Hayworth en ‘Gilda’, una de sus películas más famosas, e hizo el vestido color carne que Marilyn Monroe lució en el famoso cumpleaños del expresidente John Kennedy en el Madison Square Garden el 19 de mayo de 1962.
“Tenía muchas cualidades pero lo más grandioso de él fue su cumplimiento, entrega, pulcritud y el respeto que tenía por los diseñadores. Era brillante y receptivo”, afirma el respetado Jaime Manzur, que fue su profesor de danza, teatro, marionetas y su amigo por más de medio siglo. “Fue un hermano con el que viaje a muchas partes del mundo”.
Relata que siendo marionetista se enamoró de la ópera y empezó a hacer los vestidos para las marionetas y que en 1980 comenzó a trabajar con la Opera de Colombia, que dirigía Gloria Zea, y realizó en tiempo record, todo el vestuario para la Viuda Alegre, una opereta de tres actos con música del austro-húngaro Franz Lehar y libreto en alemán de Víctor León y Leo Stein, que presentaban y dirigían los alemanes en nuestro país. “Fue un bombazo toda la belleza. Un éxito total”.
También fue el figurinista de Tosca, la ópera de tres actos, con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Luigi Illica y Giuseppe Giacos; de la opereta bufa de dos actos “El Barbero de Sevilla” con música de Gioachino Rossini y libreto en italiano de Cesare Sterbin y de muchas otras obras más que se montaron en Colombia y que lo hicieron brillar en los escenarios de la ópera, el ballet y el teatro.
“Todos los diseñadores extranjeros que venían se iban maravillados por el talento y precisión de Pedro Nel. Su trabajo era excelente”, resalta Manzur.
Recuerda que también trabajó para diseñadores españoles y para Fanny Mickey, en “La dama de las camelias”, basada en la novela de Alejandro Dumas, publicada en 1848. Tenía un gusto exquisito para la combinación de las telas que escogía y no se saltaba ni un solo detalle en la creación del diseñador.
Igualmente, trabajó para espectáculos de María Cecilia Botero, para el reinado Nacional de la belleza de Cartagena por más de 15 años, donde recibió el premio de la revista Vanidades como el mejor diseñador de trajes de fantasía con “Bella dama”, cuando Paola Turbay obtuvo el título de Señorita Colombia en 1991.
Además, vistió a las damas de esa hoguera de las vanidades donde se cuecen los sueños de belleza y elegancia de nuestra sociedad e hizo de su taller de la calle 72 un centro de acogida para sus amigos y de referencia para la alta costura de la capital.
“Tenemos el corazón hecho pedazos. Su partida es una inmensa pérdida para el arte colombiano pero, sobre todo, para los amigos que tuvimos el privilegio de conocerlo”, dice desconsolado el conocido actor Mauricio Figueroa, quien lo define como un gran ser humano, profundamente religioso y generoso.
“Era un ser extraordinario. Piadoso como el que más. Se levantaba a orar todos los días las 4 de la mañana, asistía sagradamente a la misa de las 7 de la mañana y participaba en todos los oficios religiosos de las iglesias de la Porciúncula y San Pedro Nolasco, donde se lo disputaban porque vistió a la dolorosa de la Porciúncula, ayudaba a personas de bajos recursos, en especial a los niños, y hacía donaciones para muchas causas humanitarias.
Personas como Pedro Nel López Forero deberían vivir más que las demás, por los inmensos aportes que hacen no solo a la cultura colombiana sino a quienes los rodean. Pedro fue maestro de maestros, un amigo del alma. Si a alguien le encaja a la perfección el calificativo de amigo es a Pedro Nel. Llegaba hasta sacar ropa de su propio vestuario para darla a quien lo necesitara”.
Era un genio atípico, sin duda y, según Zajar, “nunca se despedirá del arte porque marcó un antes y un después. Merece un trofeo por toda una vida de creatividad, conocimiento y vanguardia. No existirá otro como él y su legado seguirá vivo porque hizo historia”.
Gloria Helena Rey
Especial para Portafolio