El pasado 16 de agosto se llevó a cabo el lanzamiento del Manual de Escritura Jurídica, una obra editada por Legis y la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, ANDJE, bajo la dirección del profesor Diego López Medina.
El manual, pionero de su tipo en el país, es una valiosa herramienta contra uno de los males que más afecta a la comunidad jurídica del país: la escritura pomposa y llena de tecnicismos que con tanto acierto calificó de “grecoquimbaya” el desaparecido escritor chocoano Óscar Collazos.
Lejos de buscar la claridad frente a sus interlocutores (jueces, colegas, clientes y ciudadanos en general), la mayoría de los abogados colombianos se expresa de manera vaga, redundante o imprecisa. La sencillez y la brevedad parecen objetivos imposibles.
CONTENIDO DEL MANUAL
La obra se divide en siete capítulos. Al comienzo, ofrece un panorama de la comunicación jurídica en Colombia, y da a conocer los resultados de un estudio empírico que identificó 33 variables críticas en los escritos jurídicos (demandas, contestaciones, memoriales de conclusión y sentencias).
Luego desarrolla un método práctico de escritura para abogados con el fin de facilitar el orden y la redacción de sus textos. Para exponerlo, los autores se apoyan en un artículo de la poeta y educadora Betty Flowers, según el cual, al momento de escribir todos pasamos por cuatro momentos que a su vez pueden ser representados por igual número de personajes: el “loco pensador”, el arquitecto, el carpintero y el juez.
EL ‘LOCO PENSADOR’
Dice el manual, que el escritor “inicia como una especie de científico loco, despelucado y obsesionado, que corre por el laboratorio preparando pócimas, resolviendo ecuaciones y esperando que el experimento no destruya el mundo. El “loco”, sin embargo, está atado por un juez. Por el pequeño profesor de gramática que todos llevamos dentro. Aquel que exige la perfección en las oraciones y secuencia en los párrafos. Quien no perdona la más mínima desviación en la puntuación y quien castigará de manera implacable cualquier error ortográfico. El pequeño maestro que no descansará hasta alcanzar el sinónimo exacto. La tensión entre el “loco” y el “juez” hace que quedemos paralizados”.
EL ARQUITECTO
Una vez se deja “reposar” el texto, el “arquitecto” retoma el trabajo del “loco pensador” para empezar a darle forma. En esta segunda fase, se organiza lo que resultó de la ideación en un esquema o outline preliminar, y después se arma la primera tabla de contenidos. En esa selección de las mejores ideas, el abogado debe investigar y profundizar sus argumentos para poder validarlos y escoger los más idóneos. El esquema propuesto en el manual se aparta de los acápites que usualmente traen todos los escritos jurídicos: hechos, derecho, pruebas y pretensiones.
El esquema puede ser lineal o no. Uno lineal comenzaría con la tesis del autor, seguido de los argumentos. Los no lineales podrían ser un cuadro sinóptico, un mapa mental o un esquema en forma de hélice. Estos resultan interesantes porque no se necesita priorizar las ideas desde un principio, sino que se grafican y luego se toman las decisiones sobre la secuencia. El fundamento tras esta organización de las ideas es que, “un buen esquema es el comienzo del éxito comunicativo”.
Al arquitecto también le corresponde pasar del esquema a la estructura formal del escrito. Como ya se mencionó, el manual busca alejarse del esqueleto de la demanda conforme a la ley procesal. Para esto expone que el marco narrativo básico: inicio, nudo y desenlace, tiene una equivalencia en los textos jurídicos asociada al problema jurídico, la norma y su aplicación al caso concreto y, por último y según el tipo de escrito, las pretensiones, conclusiones y la solución al problema.
EL CARPINTERO Y EL JUEZ
El “carpintero” retoma el plano del “arquitecto” y lo ejecuta al escribir el primer borrador. Para esto, se debe seguir el esquema, la tabla de contenidos y el lead, elaborados en la fase anterior. El escritor hace una primera revisión de su documento y luego somete el texto a la lectura y a los comentarios de terceros.
El “juez” retoma los resultados del “carpintero” y realiza un proceso cuidadoso de edición y revisión. En esta última fase, se busca precisar y acortar la escritura; eliminar la verbosidad y pulir los argumentos construidos; así como depurar errores de ortografía o puntuación. Al terminar este último paso el autor habrá escrito un texto jurídico que cumple con su objetivo comunicativo.
MÉTODO CPNAC
En relación con el desarrollo del marco narrativo, el manual sugiere aplicar el modelo de argumentación jurídica denominado CPNAC, por su acrónimo en español. Sus componentes son: Conclusión, Problema jurídico, Norma controlante, Aplicación al caso concreto y Conclusión. Unos de los aspectos centrales de esta estructura textual es que la tesis conclusiva no solo va al final sino también al comienzo del texto. El objetivo es empezar y terminar con fuerza y llamar la atención del lector, dejando claro desde un principio el punto argumentativo central.
Otro de los puntos innovadores es que el manual propone redactar el problema jurídico como el lead del texto jurídico. Es decir, pone énfasis en redactar el primer párrafo como el más importante resaltando el punto central del escrito y la presentación de la pregunta-problema sobre la cual se concentrará el análisis en el texto.
Estas dos recomendaciones, la de implementar el CPNAC y la de incorporar la práctica periodística del lead, responden a las fallas de la estructura tradicional en la que la presentación del núcleo esencial del mensaje escrito se realiza de manera tardía y después de muchas páginas.