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21 jun 2019 - 7:28 p. m.

Los cielos oscuros están en peligro por contaminación de satélites 

Astrónomos y operadoras están enfrascados en una guerra territorial extraterrestre que está poniendo a prueba la gobernanza del espacio exterior.

Satélites

La empresa de Elon Musk tiene permiso para lanzar al espacio un total de 11.000 satélites, mientras que la de Amazon, unos 3.000.

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Portafolio
21 jun 2019 - 7:28 p. m.

En una noche oscura, con una mirada muy aguda, es posible verlos brillar. No son estrellas en el cosmos, sino una nueva constelación de satélites que promete brindar cobertura de internet para el mundo.

El lanzamiento el mes pasado de 60 satélites de la red Starlink, una empresa de telecomunicaciones de SpaceX, propiedad de Elon Musk, se ha convertido en un punto álgido en la batalla por el control de los cielos. Los astrónomos se quejaron de que podían ver a los “pájaros” de Starlink moverse, lo cual generó temores de que aumenten la contaminación lumínica.

Sus emisiones de radio también amenazan con opacar los pulsos de radio más débiles que llegan desde objetos tan exóticos como los agujeros negros. En resumen, la oferta comercial para brindar conectividad inalámbrica global podría poner en peligro los esfuerzos científicos para comprender el universo.

SpaceX cuenta con el permiso de la Comisión Federal de Comunicaciones (la agencia del Gobierno estadounidense que regula las comunicaciones) para poner en órbita un total de más de 11.000 satélites.

OneWeb y Amazon está contemplando lanzar redes rivales; esta última compañía espera despachar más de 3.000 satélites.

Estos ambiciosos esfuerzos han desencadenado una guerra territorial extraterrestre en la que se están enfrentando los astrónomos y las operadoras de satélites, la cual está poniendo a prueba la gobernanza del espacio exterior. La Unión Astronómica Internacional (UAI) dijo recientemente que las constelaciones amenazan el principio básico de un “cielo oscuro y libre de señales de radio” como “un recurso para toda la humanidad”.

La presencia de miles de satélites brillantes que reflejan la luz, aunque sea de forma muy débil, podría interferir en los sensibles telescopios ópticos, señaló, incluyendo el de Chile.
La Real Sociedad Astronómica dijo que al parecer no hubo una consulta previa sobre una iniciativa que pudiera provocar “un cambio significativo y duradero en la vista del cielo nocturno que hasta ahora hemos disfrutado a lo largo de la historia y la prehistoria de la humanidad”.

El problema de la radio interferencia es menos visible que la contaminación lumínica, pero las consecuencias podrían ser igualmente profundas. La UAI advirtió: “Los avances en radioastronomía, como la generación de la primera imagen de un agujero negro o la mayor comprensión de la formación de sistemas planetarios, sólo fueron posibles por los esfuerzos concertados para proteger el cielo radial de la interferencia”.

Quienes dirigen el Square Kilometer Array, el radiotelescopio más grande del mundo que se está construyendo en Australia y Sudáfrica, también protestan.

El organismo encargado del espectro radioeléctrico es la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), una agencia de la ONU. Esta reserva ciertas frecuencias para la radioastronomía. Pero a los solicitantes se les pueden asignar bandas de frecuencia cercanas a las protegidas y existe el riesgo de filtraciones.

Los choques de frecuencias también podrían hacer que los datos de los satélites meteorológicos sean menos confiables. Actualmente se están subastando bloques de radiofrecuencias para la red inalámbrica 5G y algunos están cerca de las frecuencias utilizadas para detectar características atmosféricas como el vapor de agua y el hielo marino. Stephen English, un meteorólogo del Reino Unido, dijo que esto amenazaba las “joyas de la corona de nuestras frecuencias”.

En respuesta a las críticas, Musk dijo que los satélites Starlink fueron diseñados para orbitar a alturas suficientemente elevadas como para no ser visibles. “Nos aseguraremos de que Starlink no tenga ningún efecto material sobre los descubrimientos en el campo de la astronomía”. Y añadió que los telescopios deberían ponerse en órbita.

Eso es discutible. Construir y lanzar telescopios espaciales es costoso, un detalle que quizás se le escapó. El Telescopio Espacial James Webb de la NASA, que se lanzará en 2021, costará unos US$10.000 millones.

Los intereses comerciales no deben determinar si seguimos disfrutando de un cielo oscuro y silencioso. El tema debe abordarse en términos del posible equilibrio entre la utilidad digital inmediata y el conocimiento científico futuro.

Anjana Ahuja

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