Ahora han regresado a su destacado lugar en el Museo Van Gogh en Ámsterdam, mientras la prensa se engolosina con los detalles del que fuera uno de los robos de obras de arte más descarados y con el destino de las obras hurtadas relatados sin pena y con gloria por el propio ladrón.
En una ceremonia formal, con rueda de prensa incluida, el museo re-expuso las dos obras maestras del pintor Vincent van Gogh, que había dado por perdidas desde el 2002, cuando desaparecieron de la colección, en un robo de película que ahora se convierte en un controvertido documental y que fueron encontradas hace unos meses en Nápoles, envueltas en una tela en la cocina de una viejita italiana.
La película que se estrenó recientemente en Holanda presenta un enfoque inusual con Octave Durham, el ladrón, admitiendo por primera vez su culpabilidad.
(Lea: Vincent Van Gogh, una fuente de ingresos inagotable).
El Museo Van Gogh, por su parte, todavía furioso con Durham por sus acciones y por no haber admitido antes su culpabilidad, se negó a cooperar con el documental y lo ha criticado fuertemente.
“Lo interesante es que nunca se ven documentales o artículos sobre robos de arte desde la perspectiva del ladrón”, dijo Vicent Verweij el director. “Siempre son los expertos de arte, la gente del museo, los fiscales, pero nunca los autores y creo que esa es una perspectiva única. No está destinado a ser una glorificación del tipo”.
Durham es sin duda un personaje colorido. “Algunas personas son maestros en algo desde que nacen. Algunos nacen futbolistas, otros pintores. Yo nací ladrón”, explicó sin arrepentimiento al New York Times. En cámara se jacta de haber cometido robos de bancos y depósitos de seguridad “más espectaculares que el de los cuadros”.
“El robo me tomó unos 3 minutos y 40 segundos. Cuando terminé, la policía estaba llegando y yo ya estaba en mi coche. Me quité la máscara de esquí, bajé el vidrio de la ventana y los miré directamente”.
Hace 14 años Durham y su cómplice Henk Bieslijn, otro criminal de carrera con lazos mafiosos, se subieron al techo del museo, rompieron una ventana con un martillo y simplemente bajaron los lienzos de la pared para salir como habían entrado.
Las pinturas Vista del mar en Scheveningen de 1882 –uno de los dos únicos paisajes marinos que Van Gogh pintó durante sus años en Holanda– y Congregación saliendo de la iglesia en Nuenen de 1884, que muestra la iglesia donde el padre del pintor era pastor y que diera de regalo a su mamá, tienen un valor inestimable porque nunca han estado expuestas al mercado del arte.
Los precios de las pinturas de paisajes de Van Gogh en subasta oscilan entre 10 y 70 millones de dólares.
Pero Durham no tenía ni idea del valor histórico de los cuadros. Los escogió porque eran los más pequeños y podía esconderlos fácilmente durante la fuga y la bajada de la ventana por una cuerda.
Ahora se sabe que los cómplices primero trataron de venderle los lienzos a un criminal holandés llamado Cor van Hout, quien había sido condenado por el secuestro del magnate Alfred Heineken, dueño de la fábrica de cerveza Heineken en 1983. Pero Van Hout fue asesinado el mismo día en que iban a concretar la transacción.
El próximo candidato para la venta fue un jefe de la mafia italiana, Raffaele Imperiale, quien en esa época vendía marihuana en un expendio de Ámsterdam y pagó aproximadamente 380.000 dólares a sabiendas, según su propia admisión, que eran obras robadas.
El robo, desde luego provocó gran revuelo en su tiempo y las agencias internacionales de investigación iniciaron un esfuerzo coordinado de más de una década para encontrarlas, durante la cual Durham negó toda participación e Imperiale, quien huyó a Dubái y está pedido en extradición a Italia donde ha sido condenado a 20 años de cárcel por múltiples delitos, las mantuvo escondidas en Nápoles, en casa de su madre.
Durham y Bieslijn dividieron el botín por partes iguales y se dedicaron a gastarlo en motocicletas, autos de lujo, joyas, un viaje a Nueva York, hasta que se les acabó en menos de seis semanas.
Esos gastos confirmaron sospechas de los investigadores que ya tenían a Durham en la mira, pero cuando intentaron arrestarlo en su apartamento escapó escalando una pared.
En diciembre del 2003, lo localizaron en Marbella, al sur de España. En el 2006 salió de la cárcel con libertad condicional y debiendo 350.000 dólares de multa, de los cuales pagó 60.000. No mucho después regresó por unos meses a la cárcel por intentar robar un banco.
Todavía insistiendo en su inocencia, en el 2013, contactó al museo para ofrecerle su ayuda para recuperar las pinturas por un precio. El museo rechazó la oferta.
Durham decidió colaborar para la película en el 2015 y aunque inicialmente seguía negando el hecho, al final admitió su participación y con lujo de detalles. La confesión no tiene impacto legal, porque ya fue condenado y pasó más de dos años de cárcel por el crimen, pero ha permitido conocer el tortuoso viaje de las pinturas de Van Gogh.
Cecilia Rodríguez
Especial para Portafolio
Luxemburgo
Tendencias
16 abr 2017 - 2:52 p. m.
‘Yo nací ladrón’: Un robo de arte, de película
Un documental holandés muestra la historia de Octave Durham, quien hurtó dos pinturas de Vincent van Gogh la noche del 7 de diciembre del 2002.
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