Crescencio tiene 65 años y Manuel 34, y pese a esta brecha generacional tienen mucho en común: sin ser parientes se apellidan Rodríguez Palacios, viven en el municipio de Río Quito, Chocó y en el pasado deforestaron áreas cubiertas con bosques nativos; el primero con motosierra para obtener madera valiosa y el segundo con draga para la explotación de oro.
(Sembrar para restaurar, modelo que gana terreno).
Crescencio perdió la cuenta de los árboles que taló en los 12 años que se desempeñó como aserrador y Manuel desconoce qué tanta selva arrasó como ayudante de draga. Lo que sí saben con certeza es que estos trabajos los realizaron hace una década para sobrevivir en tiempos de crisis, sin pensar en el daño ambiental que estaban ocasionando.
Como ellos, cientos de pobladores han aportado su mano de obra a la extracción ilícita de madera y la minería ilegal mecanizada. El departamento del Chocó en el segundo trimestre de 2018, según el Boletín Nro.15 de Alertas Tempranas por Deforestación del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales - IDEAM, se convirtió en una de las regiones con mayores pérdidas de bosques en Colombia, esto representó el 47,73% del total del área deforestada del país.
No obstante, a Crescensio y a Manuel la vida les dio la oportunidad de resarcir el daño ambiental: se convirtieron en brigadistas de los consejos comunitarios Mayor de San Isidro y Mayor de Villa Conto respectivamente; ahora salvaguardan el bosque de las actividades mineras, lo blindan contra la tala indiscriminada y recuperan suelos degradados por la minería.
“En esta región de muchas necesidades y pocas oportunidades uno se rebusca para sobrevivir, y yo lo hice con la madera - relata Crescensio. Después abandoné la tala y me dediqué a sembrar cultivos de pancoger, luego me incliné por el liderazgo comunitario y desde ese espacio trabajo por mi gente y por la defensa y protección de los recursos naturales”.
(La hora de la reforestación).
Hace tres años se convirtió en el primer integrante de las brigadas de monitoreo ambiental conformadas por el Programa Oro Legal de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid). Desde entonces custodia 5.277 hectáreas de su territorio para que en ellas no se corte madera o se realicen actividades mineras. En los recorridos ha detectado 407 hectáreas degradadas por la minería y con el apoyo del programa las ha recuperado con especies maderables.
“En los recorridos que realizamos con otros brigadistas nos hemos encontrado con aserradores y mineros y les hablamos de la importancia de preservar el bosque; algunos entran en razón, otros no. Me siento bien con lo que hago, más que un trabajo, es un estilo de vida y quiero dejarle a mis hijos y a la comunidad un mejor lugar para vivir”, afirmó Crescensio Rodríguez Palacios.
"RECONSTRUYO LO QUE UN DÍA AYUDÉ A DESTRUIR"
“Me dediqué a la minería cuando era un adolescente, para entonces no era tan consciente del tema ambiental como lo soy hoy. Fui ayudante de draga y vi cómo se destruían bosques y se arrojaban cantidades de mercurio al río Quito. Pero eso no fue por mucho tiempo, porque mi vida dio un giro drástico”, relata Manuel Rodríguez.
Después de haber hecho parte del grupo de mineros que impactó el medio ambiente, se incorporó a la brigada de monitoreo ambiental del Consejo Comunitario Mayor de Villa Conto para cuidar celosamente el bosque y para sanarle las heridas que le dejaron las dragas y las retro excavadoras.
“He crecido como persona, ahora cuido el medio ambiente. En mi brigada estamos monitoreando 4.014 hectáreas de nuestro territorio, y dentro de ellas hemos rehabilitado 446 que estaban degradadas por la minería. Siento que realizo una labor importante, especialmente cuando siembro árboles; es como estar reconstruyendo lo que en un día ayudé a destruir”, afirma Manuel Rodríguez Palacios.
Como Crescencio y Manuel hoy hay 10 brigadistas más que se encargan de blindar el bosque nativo. El Programa conformó cuatro brigadas de monitoreo en los consejos comunitarios Mayor de la Organización Popular Campesina del Alto Atrato (Cocomopoca), Mayor de Villa Conto, Mayor de San Isidro y Boca de Tanando.
Entre todos periódicamente monitorean 15.034 hectáreas, identificando especies nativas y verificando si hay o no presencia de aserradores y mineros ilegales; además, determinan dónde están ubicadas las áreas degradadas para iniciar el proceso de rehabilitación. En los cuatro consejos comunitarios se han rehabilitado en 30 meses, 971 hectáreas. Adicionalmente están multiplicando el mensaje sobre la importancia de conservar y proteger el bosque al interior de las comunidades.
Mientras se agendan nuevos recorridos para monitorear el bosque, Crescencio distribuye su tiempo con el cultivo de achiote que inició con el apoyo del Programa, el cual le produjo 600 kilos de cápsula en su primera cosecha, cifra que aumentará considerablemente cuando el cultivo se encuentre en su madurez productiva.Por su parte Manuel, quien no optó por el beneficio de una plantación, aprende sobre las labores de alistamiento de cultivos de achiote y sueña con ser un técnico o un ingeniero agroforestal para contribuir con el resurgimiento del campo en su querido Chocó.
Jorge E. Martínez Santamaría
Especial para Portafolio