Hace unos días leí un artículo sobre el deseo de llegar a medir información con nuestros instrumentos a un planeta en la estrella Próxima Centauro, situado en una zona similar a la Tierra en relación a nuestro Sol. Se llama proyecto Starshot.
La distancia de la Tierra a Próxima Centauro es de 4 años luz, y los promotores del proyecto estiman que las pequeñas sondas microscópicas con los instrumentos, viajando a un quinto de la velocidad de la luz, pueden llegar al planeta en 20 años.
Es interesante que existan personas entusiasmadas con un proyecto como este y tengan la paciencia de esperar ese tiempo. Me emociona ese optimismo y desde ya me he contagiado. Ya llegamos a la luna, quizá antes de 12 años estemos en Marte, y si todo sale bien con el proyecto mencionado, a lo mejor en menos de 100 años llegaremos al planeta escogido.
Hay, a mi modo de ver, tres restricciones para salir de la Tierra a otro sitio: los grandes, pesados, ineficientes y costosos cohetes; el alto costo de los lanzamientos, y el excesivo tiempo de viaje.
En mi sueño estoy trabajando en un combustible basado en subpartículas atómicas cuánticas que eleven un auto de 500 kg de peso a una altura de 100 metros y vuele a una velocidad de 100 K/h por 100 horas. El combustible está almacenado en una punta de cuarzo cristal de 2 cm de longitud y 1 gramo de peso. Es posible diseñar, construir y probar una nave autopropulsada, con esta tecnología que pueda elevarse a una altura suborbital de 1.500 km.
Con 6 de estas naves podemos soñar en construir una nueva y gran estación espacial internacional a los 1.500 km de altura, diseñada con piezas como Lego, a donde se llevarán las sondas, los elementos y los astronautas para el primer viaje a Marte.
El costo de cada viaje redondo a la estación, sería menor a US$50.000. En física cuántica se están estudiando los agujeros de gusanos. Si logramos comprender y usar uno de esos, es posible llegar a Marte en pocas horas y a Próxima Centauro en pocos días. Mi sueño es solo con las naves, las cuales deben estar listas para el 2024, si el nuevo combustible funciona y aparece el soporte económico y técnico para la realización del proyecto.
Después de que funcione el auto, el siguiente proyecto es el alumbrado cuántico, para luego realizar el generador electrodinámico cuántico. Teniendo el combustible, el alumbrado y la potencia necesaria para los servicios auxiliares, la nave de mis sueños quedará lista en 50 por ciento. Ojalá hayan más locos que sueñen con estos proyectos, pues siempre la masa crítica es necesaria.
Víctor Salom