Rudolf Hommes, exministro de Hacienda de Colombia lanza “Así lo recuerdo”, una autobiografía en la que plasma su infancia, la incidencia de su madre colombiana y su padre alemán en su formación, su tiempo en la academia, y en menor medida, su desempeño en uno de los cargos más importantes del país, pues como él lo define, “más que hacer una memoria de Hacienda, quiso hacer una de la experiencia humana”.
(‘Si seguimos sin crecer, estamos fritos’, Rudolf Hommes).
¿Por qué elige el atentado en su contra para iniciar?
Porque fue un momento muy decisivo e importante de mi vida, a uno no le hacen atentados todos los días. Mejor dicho, si a mí me preguntan qué es lo más perturbador que me ha pasado en la mi vida fue, sin lugar a duda, ese atentado.
¿Qué tanto incidió su familia y el exilio de su padre en sus decisiones?
Todo eso incidió sobre mi personalidad y mi actitud ante la vida, más que en sí sobre cómo fue mi vida.
Mi mamá y yo tuvimos una relación muy cercana. Teníamos momentos buenos y de enfrentamiento, pero fue una mamá estupenda y amiga toda la vida, contaba con ella para todas mis decisiones.
Y, de otro lado, yo soy colombiano, pero tengo un alemán chiquito adentro, que es todo lo que me dejó mi papá. Me siento muy bien cuando voy a Alemania, todo me es familiar: mi abuela, mis tías. Mis padres me enseñaron una amplia visión del mundo y del sentido de justicia.
¿Cuál fue la relevancia de Estados Unidos en su vida?
Acá en Colombia era normal estudiar ingeniería, y yo me metí a eso, aunque no me gustaba, pero eso era lo que tocaba hacer. Después me salí y fui a estudiar a Estados Unidos, estuve dos veces allá y por eso le doy tanta importancia a mis siete años siendo una persona joven. Fue una experiencia interesante, allá fue donde me hice hombre.
Usted habla mucho sobre la sexualidad, ¿por qué?
Porque yo creo que fue muy importante. Es decir, como uno forja su sexualidad y como maneja convenciones es una parte muy importante de la formación y aquí generalmente nadie habla de eso, todo el mundo la esconde. También se pueden pasar dificultades, pero esto me parece que refleja mucho la personalidad y el comportamiento.
¿Por qué ser rector de los Andes fue el puesto en el que se sintió más a gusto?
Porque sabía qué tenía que hacer. Me gusta mucho la academia, nunca me ha ido bien en Los Andes ni como alumno, ni como profesor, ni como rector, pero ese fue un tiempo delicioso, hicimos muchas reformas. Ser rector de Los Andes para mí fue una dicha.
Y nunca he dejado de ser docente porque toda mi vida he tenido gente que he querido que se desarrolle, y he ayudado, pero formalmente cuando estuve en Massachusetts fui asistente de profesor, y cuando vine a Colombia encontré un estudiantado muy amable.
Si bien no profundizó sobre su gestión como ministro, ¿qué considera lo más importante de esta experiencia?
Haber sido ministro para mí fue una gran lección, y una experiencia de equilibrio para tratar de no caerme porque siempre fui controvertido, muy criticado, muy poco apreciado. Fue un camino largo y difícil.
Lo que yo reflejo en el libro es que no quería hacer una memoria de Hacienda porque hace tiempos fui ministro y eso ya pasó. Entonces lo que quería compartir era la experiencia humana de, por ejemplo, cuando llegué al despacho del Ministerio y me encontré con todos esos próceres que habían sido mis antecesores y entré en pánico; y eso le debió pasar a más de uno, pero nadie lo cuenta. Yo no tenía experiencia en las penitencias del Congreso y creo que me fue bastante bien porque logré entender cómo era la manera de pensar.
¿Siente que le queda el vacío de no haber sido alcalde de Bogotá?
Creo más bien que fui muy afortunado de no haberlo sido porque eso es un “camellazo”. Pero aprendí mucho en la campaña: aprendí que esta ciudad funciona porque su gente es muy buena y diligente y responsable, no porque tenga buenos gobiernos.
Ser alcalde de Bogotá es una tarea muy difícil. He tenido buena relación con varios alcaldes, los admiro, pero es una tarea ingrata porque hay tantos problemas y tantas opiniones, y la ciudad es tan grande que realmente no todo llega a la gente que lo necesita.
Le dedico un capítulo al proceso de paz…
Pienso que estamos desperdiciando una oportunidad única y tener vivo el acuerdo de paz es una tarea de cuatro gobiernos. El de Santos que fue el de la idea, Duque, que a regañadientes ha estado con un programa que afortunadamente tiene el doctor Archila, y en el que hay buena voluntad. Y quedan dos gobiernos para poder armar la paz.
Ese es el principal problema ahora, claro, junto a salirde la caída del PIB y el crecimiento económico. Y es que tenemos una deuda gigantesca, hay que hacer un esfuerzo grande para crecer rápidamente y pagarla. La idea es tener una sociedad en paz, pero para llegar allá tenemos que mejorar las condiciones sociales y eso no se puede hacer sin crecimiento económico.
¿Cómo considera el manejo de la pandemia?
Yo creo que las ayudas sociales han sido insuficientes. No quiero dar opiniones sobre la pandemia porque es un problema muy difícil y todos los gobiernos de todos los países se han equivocado. Acá la embarraron con la vacuna, tuvieron que haber sido más diligentes. Pero en general han sido responsables.
¿Y cómo le ha ido a usted en este tiempo?
Con mi familia estamos separados desde la bomba, aunque yo iba todos los meses a ver a mi hijo a Estados Unidos y hora nos ha tocado por teléfono y Zoom.
Pero esto nos ha vuelto más reflexivos. Tenemos un grupo de economistas que nos vemos todos los viernes y de ahí salió la propuesta de reforma tributaria, de pensiones y laboral de Fedesarrollo, que la produjeron ellos, pero fue motivada allí, eso ha surgido de charlas. Estando encerrados y con una vida más pausada hemos progresado intelectualmente y ojalá eso contribuya a la sociedad.
María Camila Pérez Godoy