Mayerli Buitrago, José Lemos, Nelson Crispín, Carlos Serrano, Luis Lucumí o Diego Dueñas son nombres que no les suenan a los colombianos a pesar de ser seres extraordinarios. En cambio nos sabemos los de narcotraficantes, asesinos disfrazados de parlamentarios, personajes de las redes que destruyen bienes públicos, malos ejemplos de deportistas y artistas sin disciplina ni talento.
Pues estos colombianos que menciono son deportistas medallistas en los Juegos Paralímpicos. Su vida es un ejemplo de superación y mérito. Todos los calificativos positivos son para ellos. Pero su experiencia me puso a pensar que los que menos han recibido en Colombia son los que más dan.
Son los pequeños agricultores de nuestro país los que, con su esfuerzo diario, nos dan de comer. Los comerciantes perseguidos por la inseguridad, la informalidad y la tramitomanía mantienen abastecidos a sus compatriotas. Los pequeños industriales, que enfrentan un Estado que los trata como enemigos poniéndoles todo tipo de obstáculos, logran crear empleo y sobrevivir sin apoyo. Pienso en las amas de casa que se levantan mucho antes de que salga el sol, preparan la comida de su familia para luego someterse a la tortura del transporte público, laborar una jornada entera y regresar a vigilar las tareas de sus hijos. Son los pequeños los que mueven a este país.
Mientras tanto estamos a la espera de que los que han recibido más le entreguen a la Patria. Porque hay muchos que han recibido bastante pero se esfuerzan por entregar lo mínimo. Los políticos con sus privilegios y prebendas, sólo piensan en sus electores. Los universitarios quieren que les regalen los títulos sin estudiar y protestan como si, en nuestra sociedad, no fuesen privilegiados. Los funcionarios públicos olvidan que están para servir y no para ser servidos, maltratando son su indolencia a quienes pagan con impuestos sus salarios y beneficios.
Tal vez la mejor definición de justicia es que aquellos que más han recibido más tienen que dar. En Colombia parece que la ecuación es inversa. Los que más han recibido más piden. Nunca tienen suficiente y exigen, sin vergüenza, que les den más ventajas, subsidios, privilegios, exenciones, tratos preferenciales y honores.
En Colombia hay presidentes de la Suprema de Justicia prófugos por bandidos. Hay terroristas que hacen leyes y exigen el respeto de su impunidad. Hay políticos que han sido elegidos, una y otra vez, sin importar los escándalos de corrupción que los han perseguido toda su vida pública. Hay ministros que, a pesar de su ineptitud, no renuncian, existen gobernadores y alcaldes que se roban la comida de los escolares, tenemos precandidatos a la Presidencia con muy oscuros pasados y expresidentes que, con desfachatez, dan lecciones de moral cuando sus gobiernos fueron todo lo contrario.
¿Y yo? Yo también podría haber dado más…
MIGUEL GÓMEZ MARTÍNEZ
Presidente Ejecutivo Fasecolda