Llegué una hora tarde al encuentro con mis amigos venezolanos en el Táchira, porque después de 20 años sin cruzar la frontera no había interiorizado que ahora tenemos un diferente meridiano horario.
Cuando manifesté la idea de viajar mis amigos colombianos recomendaron hacerme acompañar de escoltas, por el temor sobre posibles abusos hacia los viajeros que llegan a ese país, pero cuando comenté eso a mis anfitriones se mostraron incrédulos, por que consideraban que dichos temores son totalmente infundados. La primera impresión impactante para el observador es la confianza que se encuentra al llegar a Venezuela y a los venezolanos les causa grata impresión ser recibidos acá con el saludo “buenos días vecino”.
El primer día cruzamos con un vehículo colombiano por el puente de Tienditas (Puente Atanasio Girardot) inaugurado en Año Nuevo y reservado para vehículos: es un puente moderno, pero todavía se observa escaso movimiento; y mientras iban camiones con muebles, comida y servilletas, los que venían estaban cargados con acero y aluminio; pero el puente aún es utilizado incipientemente. Algunos usuarios afirman recibir en este nuevo puente un mejor trato que en otros pasos fronterizos.
Históricamente las carreteras venezolanas eran mejores que las colombianas; pero tras el largo periodo de parálisis económica y la ausencia de inversión en infraestructura, hoy en día las carreteras se encuentran altamente deterioradas.
Sorprende mucho la abundancia de alcabalas, pues en el trecho de 13 Km entre San Antonio y San Cristóbal hay 6 de estos controles. Adicionalmente existen varios carriles para vehículos llegando al punto de control, pero pocas casetas para el trámite, lo cual forma un ‘embudo’ que demora el paso e incomoda a los viajeros.
Los choferes de Venezuela temen pasar a Colombia pues su seguro solo cubre daños a vehículos y no a personas; en tanto que el Soat colombiano sí cubre esos daños, pero el costo del seguro en Colombia es más alto.
Se observa claramente que las carretillas que vienen de Venezuela llegan vacías y regresan cargadas de alimentos, bebidas, ropa, frutas y todo tipo de elementos de consumo. Esta dinámica comercial se ha reactivado por la apertura de la frontera aunque durante el periodo de cierre, el flujo se mantuvo de forma irregular por las trochas y el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT) legalizaba posteriormente esas mercancías que entraban de modo ilegal mediante un sistema de ‘protectorado’ que el gobierno concedía a una persona con la facultad de legalizar esas mercancías.
Durante su permanencia en el Pacto Andino, Venezuela fue el principal comprador de bienes industriales colombianos y hoy se mantiene esa ventaja comparativa para la producción, al tiempo que se ha reactivado la importación hacia Colombia de aluminio y acero de Venezuela.
¡Ha sido un reinicio necesario y esperado de relaciones que tiene grandes perspectivas, con evidentes problemas de adecuación que tendremos que ir resolviendo juntos!
BEETHOVEN HERRERA VALENCIA
Profesor Emérito de la Universidad Nacional y de las Universidades Javeriana y Magdalena